La película del montón pionera en su especie, si vemos todas las posteriores le copian la fórmula descaradamente. Cuento de hadas moderno: chico/a rico/a conoce a chica/o pobre, las diferencias son tantas que el amor es tan inevitable como las peleas que surgirán después.

Aquí el secreto es Julia Roberts, se come la pantalla, el personaje y a la audiencia. Son los momentos donde no está en los que te aburres y despiertas en los que aparece. No es tanto el hecho de que te creas su personaje sino la forma en que se apodera de él, como le da un toque tan personal que al día de hoy no te imaginas a nadie más interpretando a Vivian. Gere es poco más que su sex appeal y una pokerface, Héctor Elizondo aporta gran complicidad y San Giacomo algo de comicidad.

Marshall no es un gran director, todas sus películas se cortan con la misma tijera: cursis y buscando desesperadamente la emoción; pero al menos aquí sabe como usar a su protagonista; más la música pop atractiva, desde el clásico de Roy Orbison que da título a la película, hasta la balada de Roxette.

Lo triste en este tipo de cine es la suerte de condescendencia que tienen para con los "vulnerables", en este caso, una prostituta. La turbia idea de que ella necesita un "príncipe azul" que la rescate, es decir, un tipo apuesto y rico. Además del concepto repugnante de que ella necesita la validación de alguien "distinguido" para ser reconocida como una persona digna (amén de esa escena tan patética en la tienda de ropa). Todo esto sin mencionar la delgada línea entre la condescendencia y la romantización de la prostitución.