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Argentina Argentina · Hija no reconocida de Madonna
Ketty Analfer D rating:
7
Comedy Chicago, 1929. Hildy Johnson, a reporter of a Chicago newspaper, wants to quit and get married, but the editor of the newspaper, Walter Burns, asks her to stay and write the story of Earl Williams, a murderer convicted to the gallows.
Language of the review:
  • es
April 4, 2013
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Wilder arremete nuevamente contra el mundo hostil del periodismo, y más en concreto contra el amarillismo. Ya lo había hecho en un tono dramático en la gran "Cadenas de roca" (1951), en la que Douglas interpretaba a un sensacionalista y ambicioso periodista, algo así como un reflejo del que aquí interpreta Matthau en clave cómica.

Yo considero que Wilder se defiende mucho mejor en comedia que en drama, pero en esta ocasión las cosas se dieron al revés. Me parece superior la cinta del '51 que esta comedia que para mí se encuentra por debajo del nivel que acostumbra Wilder. Siento que le faltan muchos de los gags de uno de los directores más ocurrentes; y en contraposición posee un exagerado humor absurdo -tipo Zucker & Abrahams- que no la favorece en nada, escenas como la del psiquiatra saliendo expedido a toda velocidad de la ambulancia me parece que sobran totalmente.

Ahora, ser un film menor en una filmografía como la de Wilder no significa ser una bazofia. Todo lo contrario, es una conta entretenida que basa gran parte de sus aciertos en un guión lleno de diálogos wilderianos, líneas rápidas, dobles sentidos y un alto contenido de crítica social colocado con simulación.

El reparto está encabezado por una dupla conocida del cine de Wilder: Lemmon y Matthau. El primero está divertido pero el que verdaderamente saca chispas es el segundo, ese periodista inescrupuloso y calculador no sería lo mismo sin el maravilloso Matthau interpretándolo. Sabemos que la Sarandon no era por aquellos años la estrella que es hoy, pero aún así su rol se siente tremendamente desaprovechado, pese a ser la tercera en la lista de créditos su personaje no pasa del de mujer florero en la historia.

La frutilla de la torta no es jamás un tema menor, y el final de este film es digno del mejor Wilder, un guiño inolvidable, un reloj inolvidable. Y un claro anuncio de que nada cambia de la noche a la mañana, nadie puede huir de su propia personalidad. Por cierto, es el tipo de finales que le falta a las comedias de ahora, esa mala leche que te saca una sonrisa en el último fotograma.

Lo mejor: Matthau.
Lo peor: al abuso de un humor pasado de "inocencia".
Ketty Analfer D
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