Cuando uno entra en una sala de cine para ver una película de este género, lo suele hacer con el fin de vivir una experiencia cuya intensidad se basa en la tensión entre la incomodidad y el entretenimiento que provoca el terror. Pues bien: Aux yeux des vivants no logra ni incomodar ni entretener, por lo que no cumple con lo más esencial del género.

La película basa toda su estructura en la persecución de un ser monstruoso a unos preadolescentes problemáticos, un tema cuya simplicidad no constituye ningún inconveniente para el género si se logra meter al espectador en la piel aterrorizada de la presa.

Pero en este film no se siente prácticamente en ningún momento el apuro de la presa, pese al intento de llenar el vacío de una tensión inexistente a través de una música que suena sin descanso pidéndonos con sus notas “aterrorízate”.

Hay películas que suplen esta ausencia de tensión con sustos que casi te hacen levantar del sillón o con escenas sangrientas de una estética impecable. Pero el ritmo de este film es plano, carente de culminaciones que den sentido a la intrascendencia general de la obra.

Si algo aporta Aux yeux des vivants, además de la buena interpretación de los niños, es la constatación de que la participación de una obra en un festival de renombre no garantiza en absoluto que la obra cumpla con un mínimo de calidad.