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October 30, 2021
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Se trata de lo que parece ser el menú surcoreano de temporada. Tuvimos de primer planto Parásitos y esto de segundo. Los dos platos regados con la misma cantinela, el perejil de todas las salsas: el malestar en la cultura capitalista moderna. De postre vendrá para 2022 algo sobre una sociedad quizá felizmente igualitaria, en un futuro distópico en que vivirán en algún lugar de Asia como los hobbits, amenazados de pronto por ávidos capitalistas, que instilan en el interior de la virtud humana el veneno del lucro. Igual que en Parásitos tenemos la misma alfalfa para atiborrar a las masas, esto es, el demonio de la desigualdad, la competitividad que nos hacer ser tan depravados.
Imagino sentadas frente a Netflix a las atolondradas gentes demócratas de todos los rincones de Occidente, empobrecidas e infelices, reconfortadas por su simpatía hacia las víctimas del juego, que somos todos. El ciudadano medio ve esto y desea con más fuerza que nunca la socialdemocracia, esto es, que el Estado redistribuya, que lime más y más esta invivible desigualdad social. Es muy cansina tanta propaganda, en serio.
Imagino sentadas frente a Netflix a las atolondradas gentes demócratas de todos los rincones de Occidente, empobrecidas e infelices, reconfortadas por su simpatía hacia las víctimas del juego, que somos todos. El ciudadano medio ve esto y desea con más fuerza que nunca la socialdemocracia, esto es, que el Estado redistribuya, que lime más y más esta invivible desigualdad social. Es muy cansina tanta propaganda, en serio.
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Como entretenimiento, mientras uno atiende por ejemplo el móvil, funciona bastante bien. Las escenas de las pruebas, repletas de masacres y de tensión, gustan, especialmente el episodio de las canicas. A destacar su buena factura, su excelente producción y ese colorido que tiene como de Instagram: el mundo de fuera con tintes opresivos y deprimentes, el de dentro del juego colorido, como de consola en la que vas pasando pantallas. Como exige la buena cocina popular nada de sofisticación ni de dobles interpretaciones, no debe haber matices, así que el guión abunda en giros facilones, conversaciones enlatadas, largas hasta la extenuación, recargadas de sentimentalismo barato. Y como decía, como fondo de la sátira, la matraca de la lucha de clases, los pobres degenerados por la pobreza, los ricos degenerados por su riqueza. El complejo corazón humano definido por la pasta que tengas o no tengas. ES fácil así, es simple asumir el mal implícito, el Pecado Original que no está en nosotros, sino en el mundo que nos hace así de malos. En fin todo muy previsible, muy mainstream y cansino. Los personajes no me interesan en ningún momento. Las interpretaciones me irritan (qué alivio cuando cae la loca, abrazada al malote). El último capítulo, eso sí, aburre especialmente.
El juego del calamar es algo que se deja ver para quien prefiera desperdiciar ocho horas de su vida en la nada antes que en algo más productivo. Yo me la he tragado entera.
El juego del calamar es algo que se deja ver para quien prefiera desperdiciar ocho horas de su vida en la nada antes que en algo más productivo. Yo me la he tragado entera.