Cuando uno no se encuentra bien consigo mismo, cuando se castiga con alcohol, relaciones peligrosas, drogas, buscando huir de un pasado o de un futuro, con un presente pleno, con una familia feliz, estamos hablando de alguien que es su propio enemigo. El enemigo en casa. De esto va esta película, perfectamente interpretada por Sarah Silverman, de manera cruda y eficaz, pero con el déficit de que no nos cuenta nada nuevo. Ese descenso a los infiernos lo hemos visto mil veces, con alcohol, con drogas, con relaciones malsanas. Y esta película, independiente, con una economía de medios que se apoya sobre todo en las interpretaciones, carece de originalidad y si bien no pasará a la historia, se ve con cierta emoción y mucha, mucha desesperanza. ¿Hay cura para las adicciones? Yo creo que no.