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Spain Spain · Las Palmas de Gran Canaria
Arsenevich rating:
10
Film noir. Mystery. Thriller Roy 'Mad Dog' Earle is broken out of prison by an old associate who wants him to help with an upcoming robbery. When the robbery goes wrong and a man is shot and killed Earle is forced to go on the run, and with the police and an angry press hot on his tail he eventually takes refuge among the peaks of the Sierra Nevadas, where a tense siege ensues. But will the Police make him regret the attachments he formed with two women during the brief planning of the robbery. [+]
Language of the review:
  • es
January 8, 2019
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Suelo hacer una clara distinción entre lo que considero «cine de gánsteres» («Hampa dorada», «Los violentos años veinte», «Scarface, el terror del hampa») y «cine negro» («El sueño eterno», «Retorno al pasado», «El halcón maltés»). Incluso también existe la matización cuando en ciertas películas de cine negro el protagonista no es un detective o un policía («Perdición», «El cartero siempre llama dos veces», «La mujer del cuadro»). Pero a la hora de considerar «El último refugio» creo que el maestro Raoul Walsh consiguió amalgamar con extraordinario equilibrio muchos de los elementos que predominaran en el cine de gánsteres de los años treinta, al tiempo que también logró prefigurar muchos de los aspectos del posterior cine negro, ese que formaría la columna vertebral de buena parte de la producción de Hollywood durante los años cuarenta.

Entonces, a medio camino entre una y otra escuela, aparece esta soberbia adaptación de la novela de W. R. Burnett, de manos del propio Burnett y del joven John Huston, que ese mismo año debutaría como director con «El halcón maltés». Bogart logra su consagración definitiva interpretando a Roy Earle, un criminal de luenga experiencia que sale de prisión dispuesto a dar un golpe final que le permita no sólo retirarse de la vida criminal, sino también redimir su pasado tortuoso formando una familia. El halo de fatalidad que persigue al protagonista durante su periplo queda señalado en el film por medio de una serie de guiños y simbologías que Walsh (digámoslo ya: uno de los más grandes directores de la historia) plasma con singular maestría. La presencia del perro quizá sea la más llamativa, pero hay algo más en el comportamiento casi resignado de Earle, perfectamente dibujado por el enorme trabajo de Bogart.

Un jovencísimo Arthur Kennedy y una cautivadora Ida Lupino acompañan el viaje del personaje hacia su propia perdición. La brutal escalada de violencia criminal encuentra su manifestación física en la ascensión final de Earle a la cumbre de esa «alta sierra» que da título al film. Walsh humaniza al héroe haciéndole partícipe de un notable acto de caridad, cuya nula recompensa terminará de empujar a Earle al precipicio de su propia abyección. Es digno de mencionar el absoluto respeto que los criminales de poca monta con los que tiene que tratar profesan a Earle, considerándole casi un prócer y evidenciando un síntoma propio del submundo de los criminales y facinerosos.

Pero, como siempre, lo más destacable de todo es la maestría de Walsh para narrar la historia y su increíble economía de medios. Es una auténtica gozada verle trazar el perfil psicológico de los personajes con apenas cuatro pinceladas y la forma tan clara en la que transmite y sugiere circunstancias y pormenores al espectador con un diagrama de planos efectivo y sencillo, pero de una potencia narrativa inimitable. El desenlace intenso y trágico nos muestra el derrumbe total del héroe, acorralado por la justicia y separado de esa chica aventurera que ha decidido seguirle hasta las últimas consecuencias. Al final, y como la mayoría de los malvivientes que pueblan el cine negro de los cuarenta, Earle acabará más solo que un perro. Impresionante plano final, rodado con la solvencia y la convicción de los grandes maestros.

Film redondo y sin fisuras, no sólo consolidó a Bogart como a una estrella mundial, sino que sirve de quiebre, de película de transición entre el cine de gánsteres y el cine negro propiamente dicho. Contiene todos los ingredientes discursivos y formales para emerger como una película memorable.
Arsenevich
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