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Luis Guillermo Cardona rating:
5
Adventure. Drama Marcus Aurelius Antonius, philosopher-emperor of Rome, summons his empire's governors and princes to German war headquarters for a Pax Romanus. He confides to his daughter, Lucilla, that his adopted son, Livius, will succeed him instead of his more unstable heir, Commodus. Overhearing this, Cleander, a blind prophet loyal to Commodus, presents Marcus with a poisoned apple. After the funeral, Livius, who does not share Lucilla's ambition ... [+]
Language of the review:
  • es
December 15, 2012
11 of 14 users found this review helpful
Comenzó siendo un distribuidor de la MGM en Francia. Sirvió luego como ejecutivo de producción en la Columbia Pictures, y por 1959, Samuel Bronston descubrió que España le ofrecía, a precios muy razonables, magníficas tierras en las que se dio el lujo de construir un Estudio de grandes magnitudes, donde él mismo comenzó a producir películas de aventuras y cine épico con altísimos presupuestos, notables directores y repartos de primera línea.

Así surgieron “Rey de Reyes” (1961) que dirigiera Nicholas Ray; “El Cid” (1961) de Anthony Mann, su filme más importante; “55 días en Pekín” una aventura en China en la que le besa el ombligo a los imperios y comienza su propia decadencia; y “LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO” donde, escurridas las grandes ideas, decide beber de las fuentes exitosas del pasado, para hacer, a como diera lugar, otro gran filme que le devolviera la esperanza.

La base histórica valía la pena, pues la vida del emperador romano Marco Aurelio “El sabio” (121-180) y de su descocado hijo Cómodo, abunda en relieves de fuerte significado… y esto lo demostraría, algunas décadas después, el director Ridley Scott con su éxito “Gladiador”.

Pero, Bronston, comienza mintiendo hasta con el título, puesto que la caída del imperio romano apenas se daría a comienzos del siglo VI, más de tres siglos después de los hechos que aquí se narran. También nos acomodará el templo Iovi optimo maximus (Júpiter el mejor y el más grande), terminado en el año 509 por el último déspota que fue rey de Roma, Tarquinio “El soberbio”. De resto, cada que le sale al paso, retomará importantes momentos de “Ben-Hur” con el propio Stephen Boyd repitiendo -esta vez a campo abierto- la carrera de cuádrigas; de “El Cid” haciendo que Lucila se parezca a Urraca volviéndose contra su hermano-rey, dispuesta a construir un imperio aparte y decidida a matar si de esta manera se sale con la suya. También del Cid retomará la lealtad de Livio para con el impropio Cómodo… y así, el filme que comenzara con una luminosa media hora -mientras está en escena el magnífico Alec Guinness-, luego se convierte en una incesante serie de “pasarelas” con jinetes muy bien vestidos que recorren larrrrrgos caminos; y unas cuantas batallas donde se ve a un montón de gente corriendo, dos o tres espadas que chocan convencionalmente en el aire y tres o cuatro soldados a punto de caer a tierra.

Exceptuando al mencionado Guinness, a Christopher Plummer que luce muy bien con esos aires de incómodo Cómodo, y a James Mason, quien compone al único personaje (Timónides) por el que logramos tener algún sentimiento, el resto de las actuaciones y demás aspectos del filme, es fácil llevarlos al gigantesco promontorio del olvido.

Subida de impuestos, líos judiciales y la falta de calidad en lo sucesivo, terminó pronto con la carrera del señor Samuel Bronston, el productor que subió como palma... y luego cayó como coco.
Luis Guillermo Cardona
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