Contar una historia con tanta miga, con la intención que se busca y conseguir agradar está al alcance de pocas películas.
Ghobadi, en su condición de kurdo, saca la cara por esta nación olvidada, excluída, abandonada. Un pueblo, el kurdo, que queda reflejado en este caso desde Irak, el Irak prebélico, visto a través de unos niños, que se encomiendan a la viveza para subsistir.
Lo peor de esta cinta sin duda, para mí, fue el doblaje al castellano y aunque el cine sea imagen, un mal doblaje estropea la película. El niño pequeño es improbable que hablara con tal soltura, así como el protagonista y su don de palabra.

Más que una película una manera de enseñar, así lo ví yo.