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Natxo Borràs rating:
3
Action Jason Stillwell (Kurt McKinney), a Bruce Lee fan, is beaten numerous times and trains from the ghost of Lee. He then uses his newly acquired skills to save Seattle from a crime syndicate, whose top martial artist is the deadly Ivan.
Language of the review:
  • es
March 1, 2012
1 of 3 users found this review helpful
Justificar su argumento por la baja categoría de floja en la que he puntuado éste film no me sería suficiente. Para los aficionados a las películas de acción en general se trata de un mero entretenimiento, para los que les encantan las artes marciales pueden evaluarla según sus criterios. Pero todos estarán de acuerdo que la sombra de “Karate Kid” (1984) de John G. Avildsen es alargada (en su “imitadora” el niño karateca se desplaza con su familia desde Los Ángeles a Seattle, por razones forzosas: una banda de mafiosos rusos está cerrando, gracias a sus extorsiones, los “dojos” de todo el país).

El protagonista es un adolescente que, como su lisiado padre, practica las artes marciales. A su llegada hace amigos allá adonde va: desde el grupito de jóvenes que se mofan de él y también practican tan oriental disciplina por lo que le ponen a prueba. Menos mal que puede contar con un sociable bailarín de break dance, la momia de Bruce Lee que se transfigura en fantasma y le hace profesor Miyagi y, a la postre para darle más surrealismo a tan difícil integración, le ponen una novia de paquete para aliviar tanto sufrimiento (¿Problemas con el montaje?).

El repertorio es desconocido, incluso por un entonces ignorado Jean Claude Van Damme. Interpreta a uno de los matones de la mafia rusa que acecha por los gimnasios. Dato curioso que los responsables de ésta película se anticiparan a su tiempo con los del entonces “otro lado del Telón de Acero”: no solamente representan al frío enemigo soviético sino que también ya empezaban a flirtear con sus negocios sucios. Al actor franco-belga, que hace una buena demostración en las artes del “kick boxing” , le supuso la carta verde hacia los escalones de la fama y que se consolidaría con lo que algunos de sus admiradores y aficionados al subgénero consideran su mejor película, “Contacto Sangriento” (Bloodsport, 1988).
Natxo Borràs
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