Paul Thomas Anderson tras colaborar de forma recurrente con Jonny Greenwood, esta vez se alía con uno de los mayores talentos musicales del rock. Hablamos, quien sino, de Thom Yorke.
Nos encontramos ante un relato onírico, en que Thom Yorke parece caminar siempre a contracorriente, acompañado de una melodía introspectiva, por momentos más dinámica, por momentos más meláncolica, pero repleta de las mismas obsesiones y miedos. Se hace hincapié en este corto acerca de los sueños, seguramente, por los recurrentes problemas de Thom para conciliar el sueño.
Spoiler:
El corto parece querer ir más allá de las denuncias que Yorke suele transmitir en sus letras, ahora encontramos a un Yorke cansado de luchar, que nos invita a la evasión, a buscar formas de nadar a contracorriente, de huir de este mundo consumido por las innovaciones devoradoras de humanos. Todo acompañado de un lirismo precioso.
Paul y Thom nos invitar a soñar y a vivir. Y si nuestro sueño es constante lucha, que nuestra vida sea constante ensoñación. Y aunque el corto y las letras tengas ese tono distópico tan profundo, el final del corto nos transmite esperanza, nos trasmite humanidad. Humanos apartados de la tecnología, para unirse en lo físico. Y finalmente una luz, un halo de esperanza, mientras la naturaleza canta y nuestro querido Thom sueña