Bien, ahora no se podrá decir que Black Mirror no tiene un capítulo cómico. O más bien tragicómico.
Una nueva vuelta de tuerca al tema del yo digital, esta vez relacionada con los videojuegos (más concretamente No man sky) y Star trek.

Y es que nada mejor que un videojuego para sentirse el rey de tu pequeño universo. Pero Black Mirror va un paso más allá. ¿Y si fuera posible crear clones digitales a partir del ADN humano?

Pues imagínese que ocurriría si un genio programador, resentido e inadaptado, decide utilizar esta tecnología para crear su propia burbuja en la que resarcirse de los desprecios de sus compañeros de trabajo.

Este capítulo tiene momentos realmente divertidos, pese a su irregularidad, y un agujero negro de guión bastante grande (para saber a lo que me refiero go to spoilers).
De todos modos la manera en que la historia juega entre los dos niveles de realidad y como los hace interactuar es bastante original y ocurrente. Hay incluso algún momento tipo “Toy Story” cuando el juego está en pausa.

El reparto está francamente bien y el conjunto de personajes está equilibrado aunque el peso narrativo lo lleve principalmente Jesse Plemons y Cristin Milioti.

Quizá no entusiasme a los puristas de Black Mirror (en cierto modo es comprensible), pero hay que reconocer que este pintoresco capítulo tiene vida propia.