Aún con el recuerdo tibio de Three Idiots en mi mente me dispuse a ver Stars on Earth.
Sabía que contaba con la aprobación de Filmaffinity, destacándose en los rankings de mejores puntajes, como primera en todo India.

No era un dato menor que uno de los protagonistas fuera Aamir Khan, engranaje prinicipal de Three Idiots (donde había mostrado su gran talento).

Esta película contiene todo lo que esperaba de antemano...sabía que tenía una producción envidiable, que por esa razón no se iba a escatimar en estética, números musicales ni en risas y lágrimas.

Ishaan es un niño con altos problemas de concentración y conducta desalineada. Sus boletines muestran calificaciones bajísimas y recibe constantes reprimendas tanto de los profesores como de su padre.

Como contrapartida cuenta con una mente soñadora, creativa y talento para la pintura.
Su vida comienza a complicarse cuando su padre, a modo de manotazo de ahogado, suponiendo que es la última salida, decide mandarlo a un colegio de estricta disciplina, para chicos con problemas, esperando que sea la solución.

Nada parece marchar como se pensaba...hasta que el especial profesor suplente de pintura ve talento en esa mente dispersa.

Si están familiarizados con este cine sabrán que no faltan los atuendos llamativos, algunas escenas donde conviven animación y actores de carne y hueso, musicales maravillosos y una historia que salta de la risa al llanto en cuestión de segundos.

Como suele suceder, la película roza las 3 horas de duración pero su magnetismo logra capturar la atención durante el rodaje.

Ojo, hay momentos en donde el film pega algunos golpes bajos y apela a Aamir Khan para manipular el corazón de los espectadores. También hay lágrimas fáciles impuestas con total arbitrariedad e inteligencia. Creo que en esto radica el punto bajado en mi puntuación final.

Eso sí, al igual que en Three Idiots, Stars on Earth logra que la vida huela mejor después de verla. Y en esto radica la fuerza. En su capacidad de emocionar, ilusionar y sobretodo de permitir pensar, al menos por algunas horas, que vale la pena vivir la vida con todos los sentidos.