Por fin vuelvo a ver una película de animación que me ha dejado pegado en la butaca. Coches, muchos pingüinos, casas encantadas, robots, tiburones y animales de todo tipo no han conseguido hacer que me entusiasme viendo una película de dibujos como lo hacía desde que vi Los Increíbles y antes Buscando a Nemo (el mito de Shrek se me ha venido abajo en una segunda visión). Y ha sido otra vez Brad Bird el encargado de hacerme pasar un rato tan divertido.
Ratatouille es la historia de una rata con inquietudes culinarias, aunque en el fondo hable de los mismos temas de siempre, amistad, compañerismo, lealtad, familia, etc, etc. Pero lo hace con un estilo deslumbrante, con una animación prodigiosa y con un ritmo casi siempre trepidante.
Lo que mas me ha sorprendido es la calidad de la animación. Creo que nunca antes había visto algo tan perfecto. Siento volver a hablar de Shrek, pero comparada con esta parece la película de un principiante en la calidad de los dibujos. Ratatouille nos muestra imágenes de una riqueza y una inventiva que en muchos momentos deslumbran. Además hay un buen número de secuencias de gran complejidad llenas de ritmo y de fluidez.
Los personajes, aunque se mueven por los cánones clásicos, están más elaborados y resultan mucho más atractivos de lo habitual.
Quizás su larga duración le pueda restar algo de ritmo en la segunda parte, pero es un mal menor en una película que casi disfrutarán más los padres que los hijos. Me atrevería a decir desde ahora que esta es la película de animación del año.