Average rating
6.5
Ratings
5,765
Reviews
5,266
Lists
10
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
-
Share his/her profile
TOM REGAN rating:
7
7.7
7,191
Mystery. Drama
As Sherlock attempts to comfort John Watson after his wife's death entrepreneur and apparent philanthropist Culverton Smith tests a new drug on daughter Faith and his employees to make them forget his confession that he is planning to commit murder. Faith has a partial memory and approaches Sherlock to identify a likely victim but her disappearance and his descent into drug-taking lands him in Smith's hospital and at his mercy. However ... [+]
Language of the review:
- es
March 6, 2017
4 of 6 users found this review helpful
37/14(22/02/17) Buen segundo capítulo de la cuarta temporada de la excelente serie creada para la BBC por Mark Gatiss y Steven Moffatt, este episodio lo guioniza el último, remontando el vuelo tras la irregular entrega anterior. Dirige Nick Hurran (“The prisoner” o “Fortitude”) con ritmo trepidante, destacando su primera media hora endiablada, una lección de cómo manejar recursos estéticos en buen de la trama, atrapando al espectador en esta introspección incisiva en la retorcida y compleja psique de los dos iconos, Sherlock y John, salpicando de un humor fresco el metraje, ahondando en sus miedos, dudas, inseguridades, debilidades, sobresaliendo como el nihilista y misántropo detective deja traslucir humanidad en sus deseos de recuperar la amistad de Watson. Se suma a la fiesta un vibrante villano encarnado pérfida (y maravillosamente) por un gran Toby Jones, en su debe estaría que haría falta más análisis y fondo de este malo y que al final parezca u McGuffin para lo que en realidad interesa los creadores, como es radiografiar de modo penetrante el modo de relacionarse el binomio protagonista. El episodio se basa libremente en el relato de Arthur Conan Doyle " El detective moribundo " (1913).
Es una entrega envuelta en algo más de la oscuridad acostumbrada, navegando por senderos sombríos y tétricos, en los que tiene mucho que ver el modo de afrontar Sherlock su odisea de recuperar su relación con John Watson, mostrando al personaje en una caída al mundo de las drogas, y es con este elemento con el que se juega con el espectador, pues no sabremos si la mente del detective es cabal o no, si lo que vemos es fruto de su distorsionada mente o es real, si todo es parte de un detallista plan o el descontrol (de los estupefacientes) se ha apoderado del cerebro del popular investigador. Y siempre regado el metraje con sugestivas notas de humor fresco.
El episodio posee un arranque arrollador que te atrapa y cautiva, con un sinfín de recursos estético-visuales asombrosos (como la serie nos tiene acostumbrados), mostrándonos en dual a los dos protagonistas, uno sumido en la drogadicción (Sherlock), y el otro sumido en la depresión, para está con una psicóloga y además mostrado físicamente cuando vemos que tiene visiones que le hablan y aconseja de su esposa fallecida como elemento de autoayuda ante su perdida, esto también sirve para que entendamos que Watson ha aprendiodo a entender la metodologíoa deductiva de Sherlock, cuando a través de la boca de ella (su subconsciente) teoriza sobre como con dos semanas de antelación Sherlock sabía donde Watson iba a estar, cuando ni él mismo lo sabía (un divertidísimo running-gag el de hace dos semanas), y como digo todo esto expuesto cual ola de surf galopante en que las tácticas visuales se despliegan de modo vertiginoso, ejemplo el modo de explicar Sherlock en medio de la calle el porqué del color de una nota, con una ventana que aparece de la nada, o el modo de decir que “te den” (“fuck you”) Sherlock a Mycroft, todo con sentido narrativo y apoyado en un montaje magistral de Yan Miles (“Hermanos de sangre” o “Juego de Tronos”), con saltos de un escenario a otro, con clips relámpagos que ayudan a meternos en la mente de sobre todo Sherlock, una mente en ebullición constante. Hay además un villano de peso en la figura de un Toby Jones mayúsculo, con una sibilina relación con Sherlock, jugando los dos al gato y al ratón, y no sabiendo el espectador por dónde van los tiros de lo real, lástima que esta relación no parezca destinada a más recorrido, pues al final se siente un tanto elemento trivial para intentar volver a “rejuntar” a John y Sherlock.
La historia de este episodio tiene dos paralelas: Una la relación conflictiva entre los dos antiguos amigos, Sherlock y John, el drogadicto (quizás por perder a su amigo) y el deprimido por su reciente viudedad; Y por otro lado el thriller detectivesco con Sherlock queriendo atrapar a un supuesto serial-killer, esta al final se destapa como mera excusa y muleta de que lo importante era la primera, pues aunque resplandezca un gran Toby Jones, su subtrama denota poca sorpresa, se nota liviana, solo interesante por saber si Sherlock se ha trastornado o todo es fruto de un perverso plan; Al final las dos subtramas se unen en una conclusión que deja buen sabor de boca, con escaso suspense, sin ser ni mucho menos genial, pero agrada, lo impactante es su epílogo, con el giro inesperado en la reunión John con su terapeuta, que nos deja con ganas de ver el siguiente y último capítulo de la temporada (no sé si de la serie).
Benedict Cumberbatch vuelve a demostrar que se ha mimetizado con el rol, lo hace suyo con una energía y vitalidad asombrosa, sabe matizarlo, darle una gran dimensión, le infunde una humanidad creíble con la ambigua personalidad del detective, excelente en su modo de comportarse como un drogadicto, mezclando nervio con lucidez (con lo complicado que es hacer esto creíble) de un modo formidable, esto sin dejar de mostrar una sólida empatía con el espectador, fascinante actuación (como siempre). Martin Freeman dota a Watson en esta ocasión de grietas y dolor, con contención y mesura, mostrándose más abierto de lo habitual, explotando de ira en un momento dado, aflorando con ello sus demonios internos, además de la excelsa química con Cumberbatch, destaca la relación que tiene con el (recuerdo) fantasma de su fallecida esposa, incisivo como ella remarca que no es más que su mente hablando consigo misma, lo cual suma capas al personaje... (sigue en spoiler)
Es una entrega envuelta en algo más de la oscuridad acostumbrada, navegando por senderos sombríos y tétricos, en los que tiene mucho que ver el modo de afrontar Sherlock su odisea de recuperar su relación con John Watson, mostrando al personaje en una caída al mundo de las drogas, y es con este elemento con el que se juega con el espectador, pues no sabremos si la mente del detective es cabal o no, si lo que vemos es fruto de su distorsionada mente o es real, si todo es parte de un detallista plan o el descontrol (de los estupefacientes) se ha apoderado del cerebro del popular investigador. Y siempre regado el metraje con sugestivas notas de humor fresco.
El episodio posee un arranque arrollador que te atrapa y cautiva, con un sinfín de recursos estético-visuales asombrosos (como la serie nos tiene acostumbrados), mostrándonos en dual a los dos protagonistas, uno sumido en la drogadicción (Sherlock), y el otro sumido en la depresión, para está con una psicóloga y además mostrado físicamente cuando vemos que tiene visiones que le hablan y aconseja de su esposa fallecida como elemento de autoayuda ante su perdida, esto también sirve para que entendamos que Watson ha aprendiodo a entender la metodologíoa deductiva de Sherlock, cuando a través de la boca de ella (su subconsciente) teoriza sobre como con dos semanas de antelación Sherlock sabía donde Watson iba a estar, cuando ni él mismo lo sabía (un divertidísimo running-gag el de hace dos semanas), y como digo todo esto expuesto cual ola de surf galopante en que las tácticas visuales se despliegan de modo vertiginoso, ejemplo el modo de explicar Sherlock en medio de la calle el porqué del color de una nota, con una ventana que aparece de la nada, o el modo de decir que “te den” (“fuck you”) Sherlock a Mycroft, todo con sentido narrativo y apoyado en un montaje magistral de Yan Miles (“Hermanos de sangre” o “Juego de Tronos”), con saltos de un escenario a otro, con clips relámpagos que ayudan a meternos en la mente de sobre todo Sherlock, una mente en ebullición constante. Hay además un villano de peso en la figura de un Toby Jones mayúsculo, con una sibilina relación con Sherlock, jugando los dos al gato y al ratón, y no sabiendo el espectador por dónde van los tiros de lo real, lástima que esta relación no parezca destinada a más recorrido, pues al final se siente un tanto elemento trivial para intentar volver a “rejuntar” a John y Sherlock.
La historia de este episodio tiene dos paralelas: Una la relación conflictiva entre los dos antiguos amigos, Sherlock y John, el drogadicto (quizás por perder a su amigo) y el deprimido por su reciente viudedad; Y por otro lado el thriller detectivesco con Sherlock queriendo atrapar a un supuesto serial-killer, esta al final se destapa como mera excusa y muleta de que lo importante era la primera, pues aunque resplandezca un gran Toby Jones, su subtrama denota poca sorpresa, se nota liviana, solo interesante por saber si Sherlock se ha trastornado o todo es fruto de un perverso plan; Al final las dos subtramas se unen en una conclusión que deja buen sabor de boca, con escaso suspense, sin ser ni mucho menos genial, pero agrada, lo impactante es su epílogo, con el giro inesperado en la reunión John con su terapeuta, que nos deja con ganas de ver el siguiente y último capítulo de la temporada (no sé si de la serie).
Benedict Cumberbatch vuelve a demostrar que se ha mimetizado con el rol, lo hace suyo con una energía y vitalidad asombrosa, sabe matizarlo, darle una gran dimensión, le infunde una humanidad creíble con la ambigua personalidad del detective, excelente en su modo de comportarse como un drogadicto, mezclando nervio con lucidez (con lo complicado que es hacer esto creíble) de un modo formidable, esto sin dejar de mostrar una sólida empatía con el espectador, fascinante actuación (como siempre). Martin Freeman dota a Watson en esta ocasión de grietas y dolor, con contención y mesura, mostrándose más abierto de lo habitual, explotando de ira en un momento dado, aflorando con ello sus demonios internos, además de la excelsa química con Cumberbatch, destaca la relación que tiene con el (recuerdo) fantasma de su fallecida esposa, incisivo como ella remarca que no es más que su mente hablando consigo misma, lo cual suma capas al personaje... (sigue en spoiler)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
... Toby Jones está memorable como el villano (o no) Culverton Smith, de comportamiento cínico-viscoso, con una sonrisa de dientes torcidos que turba, su interrelación con Sherlock resulta siniestra en su doble juego, sobre manera en la reunión con los niños, una pena no se dé más recorrido y ambigüedad al personaje, se podría haber desarrollado más la duda y no hundirse en la certeza de un modo tan simplista, y de este modo haber entrado más en las aristas de Sherlock, para mí esto es un error, pues con la previsibilidad se trivializa al villano, y se deja en un recurso terapéutico en la relación John-Sherlock, al parecer el personaje está basado en uno muy popular en la tele británica, Jimmy Saville (spoiler).
Spoiler:
El personaje del villano Culverton Smith se inspira libremente en el de un popular disc-jockey británico, James Wilson Vincent Savile (Leeds, West Riding of Yorkshire, 31 de octubre de 1926 - 29 de octubre de 2011), primer y último presentador del programa Top of the Pops, de la cadena británica BBC. En enero de 2013, más de un año después de su muerte, un informe publicado conjuntamente por la Asociación Británica de Prevención de Abusos a Niños, la NSPCC, y la Metropolitan Police afirmó que 450 personas habían denunciado a Savile por abusos realizados entre 1955 y 2009.Un año después de su muerte, un documental transmitido por la televisión ITV sostuvo que Jimmy Savile había sido en los años 1960 y 1970, un "depredador sexual" de adolescentes y se estimó que el número de posibles víctimas de aproximadamente 300, incluso algunas fuentes hablaban de hasta un millar de víctimas. En 2014, se descubrieron 103 casos de necrofilia por parte de Jimmy Savile. La celebridad tenía acceso gratuito a la morgue del Hospital Leeds General Infirmary y a otros 28 hospitales. El primer caso ocurrió en 1962, cuando el presentador tenía 36 años, y el último en 2009, a los 82. Luego de su muerte, a los 84 años, fue nombrado como uno de los peores delincuentes sexuales del Reino Unido. Un informe presentado por la Sociedad Nacional para la Protección de los Niños contra la Crueldad, reveló recientemente al menos 500 denuncias de abusos a menores de entre 13 y 15 años por parte de Savile, así como de personal de hospitales, pacientes e incluso cadáveres.
Me queda la duda de cómo el gran Sherlock no fue capaz de descubrir tras el maquillaje a su hermana Eurus (Sian Brooke), inverosímil y un enorme patinazo del guionista, a no ser que en el siguiente capítulo nos cuenten que él no la conocía, en tal caso me callo.
Recomendable a los seguidores de la serie, sin ser el mejor, pasaras un buen rato. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El personaje del villano Culverton Smith se inspira libremente en el de un popular disc-jockey británico, James Wilson Vincent Savile (Leeds, West Riding of Yorkshire, 31 de octubre de 1926 - 29 de octubre de 2011), primer y último presentador del programa Top of the Pops, de la cadena británica BBC. En enero de 2013, más de un año después de su muerte, un informe publicado conjuntamente por la Asociación Británica de Prevención de Abusos a Niños, la NSPCC, y la Metropolitan Police afirmó que 450 personas habían denunciado a Savile por abusos realizados entre 1955 y 2009.Un año después de su muerte, un documental transmitido por la televisión ITV sostuvo que Jimmy Savile había sido en los años 1960 y 1970, un "depredador sexual" de adolescentes y se estimó que el número de posibles víctimas de aproximadamente 300, incluso algunas fuentes hablaban de hasta un millar de víctimas. En 2014, se descubrieron 103 casos de necrofilia por parte de Jimmy Savile. La celebridad tenía acceso gratuito a la morgue del Hospital Leeds General Infirmary y a otros 28 hospitales. El primer caso ocurrió en 1962, cuando el presentador tenía 36 años, y el último en 2009, a los 82. Luego de su muerte, a los 84 años, fue nombrado como uno de los peores delincuentes sexuales del Reino Unido. Un informe presentado por la Sociedad Nacional para la Protección de los Niños contra la Crueldad, reveló recientemente al menos 500 denuncias de abusos a menores de entre 13 y 15 años por parte de Savile, así como de personal de hospitales, pacientes e incluso cadáveres.
Me queda la duda de cómo el gran Sherlock no fue capaz de descubrir tras el maquillaje a su hermana Eurus (Sian Brooke), inverosímil y un enorme patinazo del guionista, a no ser que en el siguiente capítulo nos cuenten que él no la conocía, en tal caso me callo.
Recomendable a los seguidores de la serie, sin ser el mejor, pasaras un buen rato. Fuerza y honor!!!