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TOM REGAN rating:
7
7.4
3,487
Drama. Romance
"Separate Tables" touchingly and humorously examines the lives of the lonely-hearted guests at a hotel on England's south coast. Sibyl, a demure spinster on holiday with her mother, is attracted to a man who claims to be a war hero, but who's hiding his insecurities behind bravado. Eventually, Sibyl finds the courage to stand up to her overbearing mother and live her own life. The hotel's owner, Miss Cooper, is involved with a cynical ... [+]
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- es
July 17, 2014
4 of 4 users found this review helpful
67/08(17/05/14) Un sugerente film dramático en que se reflexiona sobre la soledad con el trasfondo de un hotel donde se entrecruzan varias historias donde se tocan además temas como la intolerancia, los prejuicios sociales, la represión sexual (muy valiente tocar esto para su tiempo), la frustración anímica, amores atormentados, la dignidad, el miedo a envejecer, el aislamiento social, la resignación, la mentira, las obsesiones, la hipocresía, las segundas oportunidades y más. Ello con unos actores que relucen con unos trabajos fascinantes por su fuerza emocional. La sinopsis me la salto por falta de espacio.
El dramaturgo inglés Terence Rattingan (“El Príncipe y La Corista”) ideó crear una serie de historias en el marco cerrado de un hotel, similar a la novela de la austriaca Vicki Baum “Menschen im Hotel” (1929) llevada al cine por Hollywood con gran éxito en 1931, “Grand Hotel” de Edmund Goulding, pariendo dos obras en un solo acto, “Table By The Window” (La Mesa Junto A La Ventana) sobre una atormentada pareja, él (John Malcolm) un político alcohólico y derrotado, ella (Ann Shankland) su ex-esposa que tras otro matrimonio fallido vuelve a reencontrarse con él en el hotel, la otra historia es “Table Number Seven” (Mesa Número Siete), una historia de amor compleja entre dos marginales personajes, él un ex-militar (Angus pollock) que adorna su vacía vida con mentiras, ella (Sybil) una solterona reprimid, el hotel es el mismo en los dos relatos, el Beauregard de Bournemouth, las historias están separadas por 18 meses, la directora, la administradora y el personal de servicio es el mismo. En el teatro las dos obras se partían en un intermedio, el mismo actor daba vida al político y al ex-militar. Para dar el salto a la gran pantalla el dramaturgo, el guionista John Gay (“Los 4 Jinetes Del Apocalipsis”) y el no acreditado John Michael Hayes (“La Ventana Indiscreta”) entrelazan las historias haciendo que los actores y actrices fuesen diferentes, asimismo se alteró que Malcolm no fuera un político si no un escritor. Producen Harold Hecht (“Marty”) y Burt Lancaster, este último pretendía que el director fuese Laurence Olivier, pero una disputa entre ambos hizo que Olivier lo dejase, Lancaster también tuvo desavenencias con el director final Delbert Mann, pensaba que no le hacía brillar sufrientemente, incluso Wendi Hiller contó que cortó sus dos mejores escenas para poner una de él junto a Rita Hayworth.
La cinta explora de modo conmovedor las consecuencias de la soledad interior, ello a través de varios romances, entrelazándose con una subtrama de prejuicios sociales donde crítica la intolerancia y los convencionalismos. Se aborda a los personajes como barcos a la deriva que buscan su puerto en el que ser amados, seres desilusionados, taciturnos, inseguros, sugestionables, angustiados, a los que les falta comunicación, seres que anhelan amor, comprensión hacia los demás y hacia ellos mismos, cariño, ilusionarse, abrir su corazón. El hotel es un collage que intenta reflejar la sociedad contemporánea, sabiendo el realizador describir en pocas pinceladas a unos personajes que transpiran humanidad, que desbordan imperfecciones, no hay malos y buenos, todos somos grises, esto hace que empaticemos fácilmente con ellos, que nos involucremos que lo que les pasa. Delbert Mann hace discurrir la historia con serenidad pero con fluidez, sabiendo alternar con hábil montaje las subtramas, insertando pequeñas dosis de humor, casi siempre a cargo de la sirvienta Doreen (buena Priscilla Morgan), llegando siempre en mal momento y con la frase adecuada para soliviantar, pero preponderando momentos de intensidad.
La puesta en escena a pesar de su eminentemente condición teatral reluce con unos decorados fenomenales de Edward Carrere (“Grupo Salvaje”), con una elegante fotografía de Charles Lang (“Con faldas y a lo loco”) con dos travellings que abren y cierran el film, maravilloso, con una correcta música ambiental de David Raksin (“Tiempos Modernos”), se añade la bonita canción “Separate Tables” con música de Harry Warren, letra de Harold Adamson y cantada por Vic Damone que suena en los créditos iníciales.
Hay unas cuantas escenas que se te quedan, como el primer “juicio” al Major, donde sobresale la rigidez de miras de la Sra. Railton, su poder de manipulación, como cree dogmáticamente que sus ideas son las buenas y punto, los chispeantes encuentros entre Ann y John Malcolm, derroche de sentimientos encontrados, y las dos cúspides del film, la estremecedora confesión de Angus a Sibyl, se convierten en dos naves en la noche que se encuentran, trémula escena donde los sentimientos se ponen a flor de piel, la otra es su turbador final (spoiler) gran colofón que te deja con un gran sabor de boca, te hace pensar que aún hay esperanzas en el ser humano.
El dramaturgo inglés Terence Rattingan (“El Príncipe y La Corista”) ideó crear una serie de historias en el marco cerrado de un hotel, similar a la novela de la austriaca Vicki Baum “Menschen im Hotel” (1929) llevada al cine por Hollywood con gran éxito en 1931, “Grand Hotel” de Edmund Goulding, pariendo dos obras en un solo acto, “Table By The Window” (La Mesa Junto A La Ventana) sobre una atormentada pareja, él (John Malcolm) un político alcohólico y derrotado, ella (Ann Shankland) su ex-esposa que tras otro matrimonio fallido vuelve a reencontrarse con él en el hotel, la otra historia es “Table Number Seven” (Mesa Número Siete), una historia de amor compleja entre dos marginales personajes, él un ex-militar (Angus pollock) que adorna su vacía vida con mentiras, ella (Sybil) una solterona reprimid, el hotel es el mismo en los dos relatos, el Beauregard de Bournemouth, las historias están separadas por 18 meses, la directora, la administradora y el personal de servicio es el mismo. En el teatro las dos obras se partían en un intermedio, el mismo actor daba vida al político y al ex-militar. Para dar el salto a la gran pantalla el dramaturgo, el guionista John Gay (“Los 4 Jinetes Del Apocalipsis”) y el no acreditado John Michael Hayes (“La Ventana Indiscreta”) entrelazan las historias haciendo que los actores y actrices fuesen diferentes, asimismo se alteró que Malcolm no fuera un político si no un escritor. Producen Harold Hecht (“Marty”) y Burt Lancaster, este último pretendía que el director fuese Laurence Olivier, pero una disputa entre ambos hizo que Olivier lo dejase, Lancaster también tuvo desavenencias con el director final Delbert Mann, pensaba que no le hacía brillar sufrientemente, incluso Wendi Hiller contó que cortó sus dos mejores escenas para poner una de él junto a Rita Hayworth.
La cinta explora de modo conmovedor las consecuencias de la soledad interior, ello a través de varios romances, entrelazándose con una subtrama de prejuicios sociales donde crítica la intolerancia y los convencionalismos. Se aborda a los personajes como barcos a la deriva que buscan su puerto en el que ser amados, seres desilusionados, taciturnos, inseguros, sugestionables, angustiados, a los que les falta comunicación, seres que anhelan amor, comprensión hacia los demás y hacia ellos mismos, cariño, ilusionarse, abrir su corazón. El hotel es un collage que intenta reflejar la sociedad contemporánea, sabiendo el realizador describir en pocas pinceladas a unos personajes que transpiran humanidad, que desbordan imperfecciones, no hay malos y buenos, todos somos grises, esto hace que empaticemos fácilmente con ellos, que nos involucremos que lo que les pasa. Delbert Mann hace discurrir la historia con serenidad pero con fluidez, sabiendo alternar con hábil montaje las subtramas, insertando pequeñas dosis de humor, casi siempre a cargo de la sirvienta Doreen (buena Priscilla Morgan), llegando siempre en mal momento y con la frase adecuada para soliviantar, pero preponderando momentos de intensidad.
La puesta en escena a pesar de su eminentemente condición teatral reluce con unos decorados fenomenales de Edward Carrere (“Grupo Salvaje”), con una elegante fotografía de Charles Lang (“Con faldas y a lo loco”) con dos travellings que abren y cierran el film, maravilloso, con una correcta música ambiental de David Raksin (“Tiempos Modernos”), se añade la bonita canción “Separate Tables” con música de Harry Warren, letra de Harold Adamson y cantada por Vic Damone que suena en los créditos iníciales.
Hay unas cuantas escenas que se te quedan, como el primer “juicio” al Major, donde sobresale la rigidez de miras de la Sra. Railton, su poder de manipulación, como cree dogmáticamente que sus ideas son las buenas y punto, los chispeantes encuentros entre Ann y John Malcolm, derroche de sentimientos encontrados, y las dos cúspides del film, la estremecedora confesión de Angus a Sibyl, se convierten en dos naves en la noche que se encuentran, trémula escena donde los sentimientos se ponen a flor de piel, la otra es su turbador final (spoiler) gran colofón que te deja con un gran sabor de boca, te hace pensar que aún hay esperanzas en el ser humano.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El elenco actoral compone unas actuaciones meritorias, transmitiendo emociones que te llegan. Burt Lancaster en un complicado papel que se mueve por el filo de la navaja, se mueve en una marea de sentimientos que él no llega a clarificar, haciéndonoslo un tanto confuso en su comportamiento. Rita Hayworth está radiante, refleja con sensibilidad el miedo a envejecer sola, un papel originalmente destinado a Vivien Leigh pero tras dejar el proyecto su marido Laurence Olivier ella también lo dejó. Wendy Hiller estupenda emitiendo una emotiva bondad, respirando dignidad, sabe que su sino es estar sola y lo acepta con resignación. Gladys Cooper extraordinaria en su antipático rol, con un porte regio se sabe con poder persuasorio y lo demuestra con rotundidad. Deborah Kerr buena en su personaje de timorata, con esa imagen retraída, pelo recogido con pizas, inocentona, reprimida, sometida por su posesiva madre, denota una mujer con sentimientos a punto de estallar, con ademán miedoso a todo, muy buena en la escena de la confesión. Y el que mejor está, un David Niven sublime, con su imagen pomposa engominado y con gran bigote, un patético y fatuo tipo, que ansia comprensión, un ambiguo rol que borda, sabe poner pose altiva y a la vez dejar entrever a una persona hundida, su flema es excelsa, siendo extraordinario en la escena de la confesión, en la que muestra una ardiente química con Deborah Kerr, y en el final (spoiler), haciendo que todos nos sintamos reconfortados en nuestro interior.
La cinta no es redonda, tiene altibajos, sobra la subtrama que nada aporta, la del estudiante de medicina y su pareja, le falta solidez en la de John Malcolm con Ann, me queda un tanto difusa, siendo mucho más interesante la del Major y sus problemas, tanto de romance platónico con Sybil, como el “juicio” al que es sometido, es mucho más rico en matices esto, quedándose en una buena película que explora muchos de nuestros miedos y fobias. Fuerza y honor!!!
Frase para el recuerdo: <Uno puede sentirse más solo en una ciudad llena de gente como Nueva York, que en este pequeño hotel donde al menos nos saludamos todas las mañanas>/
Spoiler:
El final resulta conmovedor y trémulo, el Major Angus entra en salón del hotel de puntillas, en lo que para él será su último desayuno allí, las demás mesas separadas están ocupadas y lo mediobservan en atronador silencio, sentado en su mesa Angus se ve temeroso, se tapa el rostro mientras susurra el desayuno, hasta que John Malcolm sentado junto a Ann le saluda rompiendo el hielo de un aire enrarecido, a lo que le sigue Miss Meacham (buena May hallatt) en otra mesa que le hace preguntas sobre carreras de caballos, la Sra. Railton comenta a su hija que hace frío y se alejará de donde está (clara alusión al Major), Mr Fowler (buen Felix Aylmer) en otra mesa se levanta y va junto al Major con un periódico y le comenta resultados de cricket, el Major se sorprende de tanta amabilidad, él pensaba le serian hostiles, la Sra. Railton se enerva, Lady Matheson (buena Cathleen Nesbitt) desde otra mesa recomienda al Major tomar arenques a lo que este le responde con una sonrisa que ya los ha pedido, soliviantada la Sra. Railton se levanta para irse y le dice a su hija que vaya con ella, Sybil por vez primera la contradice, le responde que tiene que acabar su desayuno, su madre insiste y ella se lo repite, el resto de comensales miran la escena desconcertados, la Sra. Railton desairada sale del comedor mientras Sybil comienza a charlar con el Major sobre la Luna Nueva y las supersticiones, entra Pat Cooper y le dice al Major que su taxi le espera fuera, Sybil lo mira con ojos cariñosos, y Angus le responde que no lo coge, que se queda, Pat le sonríe y le dice que el almuerzo es a la hora de siempre, la cámara flota sobre la salita y se aleja e atravesando la ventana yéndose del hotel en un bello travelling.
La cinta no es redonda, tiene altibajos, sobra la subtrama que nada aporta, la del estudiante de medicina y su pareja, le falta solidez en la de John Malcolm con Ann, me queda un tanto difusa, siendo mucho más interesante la del Major y sus problemas, tanto de romance platónico con Sybil, como el “juicio” al que es sometido, es mucho más rico en matices esto, quedándose en una buena película que explora muchos de nuestros miedos y fobias. Fuerza y honor!!!
Frase para el recuerdo: <Uno puede sentirse más solo en una ciudad llena de gente como Nueva York, que en este pequeño hotel donde al menos nos saludamos todas las mañanas>/
Spoiler:
El final resulta conmovedor y trémulo, el Major Angus entra en salón del hotel de puntillas, en lo que para él será su último desayuno allí, las demás mesas separadas están ocupadas y lo mediobservan en atronador silencio, sentado en su mesa Angus se ve temeroso, se tapa el rostro mientras susurra el desayuno, hasta que John Malcolm sentado junto a Ann le saluda rompiendo el hielo de un aire enrarecido, a lo que le sigue Miss Meacham (buena May hallatt) en otra mesa que le hace preguntas sobre carreras de caballos, la Sra. Railton comenta a su hija que hace frío y se alejará de donde está (clara alusión al Major), Mr Fowler (buen Felix Aylmer) en otra mesa se levanta y va junto al Major con un periódico y le comenta resultados de cricket, el Major se sorprende de tanta amabilidad, él pensaba le serian hostiles, la Sra. Railton se enerva, Lady Matheson (buena Cathleen Nesbitt) desde otra mesa recomienda al Major tomar arenques a lo que este le responde con una sonrisa que ya los ha pedido, soliviantada la Sra. Railton se levanta para irse y le dice a su hija que vaya con ella, Sybil por vez primera la contradice, le responde que tiene que acabar su desayuno, su madre insiste y ella se lo repite, el resto de comensales miran la escena desconcertados, la Sra. Railton desairada sale del comedor mientras Sybil comienza a charlar con el Major sobre la Luna Nueva y las supersticiones, entra Pat Cooper y le dice al Major que su taxi le espera fuera, Sybil lo mira con ojos cariñosos, y Angus le responde que no lo coge, que se queda, Pat le sonríe y le dice que el almuerzo es a la hora de siempre, la cámara flota sobre la salita y se aleja e atravesando la ventana yéndose del hotel en un bello travelling.