Entre la primera y la segunda parte de El Padrino, el maestro Coppola escribió y dirigió La Conversación, posiblemente el trabajo más intimista de su fructífera carrera, que injustamente no gozo de la atención que merecía debido al lógico éxito de sus dos obras cumbre, que eclipsaron casi por completo a esta pequeña joya.

La película nos introduce de lleno en la solitaria existencia de Harry Caul, un enigmático y cauteloso técnico de seguridad, su labor consiste en grabar conversaciones ajenas, un trabajo que en el pasado causó la muerte a tres personas inocentes. Desde entonces el sentimiento de culpa se ha adueñado de él, y más cuando se ve involucrado en un asunto en el que teme pueda volver a suceder.

Encarnado concienzudamente por un insuperable Gene Hackman, que hace de la contención su mejor aliado, secundado perfectamente por el desaparecido John Cazale y un jovencísimo Harrison Ford.

Con la sabiduría que siempre le ha caracterizado a la hora de dirigir, Coppola conduce la historia con un ritmo acompasado, manejando los tiempos sabiamente, y utilizando la música como hilo conductor de la historia. Sin ella posiblemente el personaje principal no tendría la fuerza dramática de la que goza, ni los largos silencios serían tan elocuentes, la música juega un papel vital en esta historia, le otorga muchos matices, y una carga dramática que con solo palabras sería imposible de alcanzar.

En definitiva, un preciso retrato de la soledad y sus secuelas, del remordimiento y la incomunicación, a través de un minucioso e intimista relato.

Muy recomendable.