Como en otras ocasiones, creo que merece la pena ver esta película sólo por sumergirte en otra época, que es el presente para estas 3 chicas que comparten piso, dos judías y una palestina. También opino que el director junta a estas chicas para demostrar que Israel es un país moderno, de igualdad entre mujeres y hombres, frente al atraso de las costumbres palestinas, en las que los hombres subyugan a las mujeres admitiendo y justificando las máximas vejaciones y oprobios.
Destacar el heroísmo del padre de la mujer palestina que aprecia los cambios en su hija y se enfrenta a su prometido. Momento de aplauso merecido.
Sin embargo, el director no consigue convencernos del todo respecto de la igualdad de mujeres y de hombres en Israel, pues ellas tienen que pelear a diario por no dejarse pisar, amenazar a los hombre para que las respeten, ponerse a su altura con el alcohol, el tabaco y las drogas, para errar en una pretendida similitud entre sexos.
Quizá lo mejor es el mensaje global de que la libertad de las personas y la igualdad entre hombres y mujeres se abre paso a pesar de las tradiciones, a pesar del dominio machista en determinadas sociedades, a pesar de un culto religioso fuera de toda modernidad.