En El sueño de Alexandria, la frontera entre lo real y lo imaginario es muy difusa, del mismo modo que es difusa la frontera entre el sueño y la vigilia. En realidad, The Fall es un largo viaje a través de la imaginación de un joven actor secundario con problemas amorosos y una niña que se deja llevar a lomos de un caballo llamado fantasía. En el mundo real, el joven, especialista de acción de un cine incipiente, ingresa en un hospital debido a una mala caída. Ese mal físico, viene acompañado de una profunda depresión por un amor inalcanzable. En el hospital conoce a una niña con un brazo roto y para entretenerla, comienza a contarle la historia más maravillosa del mundo. Esa historia, de tintes oníricos, comienza dubitativa, pero a medida que la narración avanza, se afianza, adquiriendo proporciones épicas. El joven actor, hundido en una terrible depresión, comienza a usar el cuento para conseguir que la niña consiga determinadas sustancias y el relato se hace cada vez más oscuro y cruel.
El punto fuerte de toda la película es su riqueza visual. Con unos paisajes reales que son absolutamente maravillosos y que le dan ese toque de fantasía que requiere la película. Además la historia tiene una gran carga emotiva, tanto en el mundo real, como en el mundo de la fantasía.
Para soñadores.
Lo mejor: los paisajes, rodados en más de 25 países. La acción dramática que acompaña al derroche visual. La transformación de la historia, desde un principio apacible, hasta un final de pesadilla.
Lo peor: como cuento para niños que es, a veces, es un poco infantil.
La escena: el tramo final, cuando las cosas se tuercen, y el maravilloso mundo creado por el actor se desmorona, al mismo tiempo que su vida real es escabulle entre bambalinas.