Esta película de Jose Enrique March es un auténtico canto de amor al cine. A partir de la figura del director de cine valenciano Enrique Belloch (que se interpreta a si mismo en la película) March vertebra un relato que aúna realidad y ficción, se interna por los vericuetos personales de un director de cine consciente de su fracaso y trata de desenmascarar las fantasías que le impulsan a seguir creando.

Es una película barroca, exagerada y excesiva, por eso en ocasiones su pulso narrativo se desboca. Pero al mismo tiempo es sensible, tierna y arriesgada. Adjetivos muy poco comunes en el panorama del cine español y que justifican completamente su visionado... a pesar de que Enrique Belloch no sea un buen actor.