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Spain Spain · Madrid
GVD rating:
7
Drama. Romance Drama set in a repressed, deeply religious community in the north of Scotland, where a naive young woman named Bess McNeil meets and falls in love with Danish oil-rig worker Jan. Bess and Jan are deeply in love but, when Jan returns to his rig, Bess prays to God that he returns for good. Jan does return, his neck broken in an accident aboard the rig. Because of his condition, Jan and Bess are now unable to enjoy a sexual relationship ... [+]
Language of the review:
  • es
May 10, 2009
54 of 69 users found this review helpful
La credibilidad en el cine para mí no tiene por qué suponer un acercamiento a la realidad, sino, simplemente, que me olvide de que estoy viendo una película, de que hay artífices.

Sin embargo, en "Rompiendo las olas" von Trier sí quiere lograr la credibilidad acercándose al realismo. Para ello emplea el documentalismo, la planificación aparentemente improvisada, la cámara al hombro..., elementos que, en efecto, dan la sensación de realismo constante, pero no siempre de credibilidad. Von Trier no quiere o no puede conseguir que nos olvidemos de que él es el que mueve los hilos. Por ejemplo, que haga que el personaje mire a cámara de vez en cuando para mí no es documentalismo ni realismo, ni mucho menos creíble. Es artificial.

Con ecos de Dreyer (sólo con ecos, que a éste sí te lo creías), se nos plantea una encrucijada religiosa: si el amor es ante todo lo que pide Dios a los hombres, ¿está justificado pecar (en este caso hablamos de adulterio) por amor, por bondad? El dilema está muy bien desarrollado en la película, pero no resulta interesante porque te lo resuelve al final. Von Trier no deja que saquemos nuestras propias conclusiones, y nos impone su solución. Esto también es artificial.

Y, sin embargo, la película funciona en su parte dramática como un puñetazo en el estómago.

Si el guión y parte de la dirección son falsos y maniqueos, a la hora de emocionar me cuelan gran parte de estas trampas una por una. Todas las exageraciones del papel son sobrias en la práctica, los momentos que pedían a gritos la lagrimita fácil la rechazan y se tornan crudos y libres de subrayados, sacando la lágrima, sí, pero a golpe de talento. Y, además, con un acierto tremendo que me ayuda a tragar la resolución mascada del dilema: una atmósfera fría y rancia, casi demoniaca, para retratar la sociedad religiosa, presidida por los representantes de un dios anquilosado.

Una vez más, Lars von Trier demuestra ser un experto jugador de cartas. Se tira muchos órdagos y siempre logra que no me atreva a levantarle las cartas. El día que me dé por hacerlo, saldré de dudas de si va cargado o de farol. Mientras tanto, sólo queda rendirse a su talento.
GVD
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