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Spain Spain · Madrid
GVD rating:
10
Drama Komajuro (Ganjiro Nakamura) leads a traveling acting troupe that performs cut-rate kabuki in the provinces. His mistress, Sumiko, is loyal to him, as are the other veteran actors. The troupe arrive to a town on the seaside. Komajuro goes to visit a woman who runs a saki bar. Her name is Oyoshi (Haruko Sugimura), and years earlier she bore the actor's son. He is now a handsome young man named Kiyoshi (Hiroshi Kawaguchi), who works in the ... [+]
Language of the review:
  • es
September 9, 2011
28 of 29 users found this review helpful
La relación entre cine y realidad puede dar como fruto dos opciones: que el uno trate de ceñirse a la otra al máximo, o que, a partir de ella, cree espacios cinematográficos. Si lo primero se consigue, el espectador tendrá la sensación de verosimilitud absoluta, mientras que si es lo segundo éste se encontrará en un mundo nuevo, en cierta medida emparentado con la realidad, pero ajeno a ella.

Rara vez se logra la unión de ambas posibilidades. Y eso es lo que obra Ozu en "La hierba errante".

Desde el primer al último fotograma, se sirve de un estilo que se mantiene invariable y hermoso, un estilo que jamás hace ostentación con el espectador y siempre invitación. La geometría y el color de cada plano permiten intuir esfuerzos enormes en su preparación, y, sin embargo, según van sucediéndose éstos, sólo se observa fluidez y sencillez en su transcurso. Las transiciones de cada escena, lejos de suponer un trámite, están cargadas de belleza, perfectamente coreografiadas. Hojas de periódico, briznas a la luz de una lámpara, el tictac de un reloj, niño y anciano durmiendo... En esos instantes se siente palpitar la vida.

Y el componente humano. Los personajes no aparecen en la escena, sino que ya estaban en ella. La cámara parece sorprenderlos en todo momento, envueltos en pequeñas tramas, tan sencillas como las transiciones, no buscando el estallido sentimental, sino la emoción reposada. Emoción que acaba por inundar.

Cuando vemos esta película nos encontramos en la realidad cotidiana, realidad que sabemos que puede ser disonante, triste y vacía, y que, con el estilo de Ozu, se transforma en un universo armónico, bello y pleno.

Cine y vida se entrelazan de un modo que sólo un genio puede lograr.
GVD
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