"Arsénico por compasión" podría haberla dirigido Frank Capra, o el mismísimo Billy Wilder. Con un guión de enredo muy ingenioso - nunca vemos los cadáveres, pese a que proliferan como setas -, casi en un escenario teatral y momentos puntualmente hilarantes ("Teddy" Roosevelt y su "caaaaarguen"), la película no es de carcajada continuada y sin embargo cumple con creces como comedia negra. Y si no teníamos suficiente con las artimañas de las entrañables viejecitas, toma dos tazas con la irrupción de Jonathan y su poco lúcido doctor.
Atención a las caras de flipado de Cary Grant a medida que va descubriendo lo que se cuece en casa de sus amables tías.