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Alvaro_Pelis rating:
4
7.7
30,221
Sci-Fi. Adventure. Action. Drama
After the events of the first part on the planet Arrakis, the young Paul Atreides joins the Fremen tribe and begins a spiritual and martial journey to become a messiah, while trying to avoid the horrible but inevitable future he has witnessed: a Holy War in his name, which spreads throughout the known universe... Sequel to 'Dune' (2021). (FILMAFFINITY)
Language of the review:
- es
March 17, 2024
25 of 33 users found this review helpful
El cine no es un arte contemplativo. La experiencia cinematográfica siempre viene de la estética, no de la observación de un paisaje, sino del lenguaje. Al igual que según qué obras de arte moderno hacen en un museo, una película no debe perder sentido de la estética al quitarla del cine. Así solo será una moda pasajera, imposible de entender en la tele de casa, de las que todo el mundo habla durante un mes pero que en un año nadie se acuerda.
Esto no deja de ser una estrategia de marketing. Si no la ves en el cine no la disfrutas, y verla en el cine es más caro que verla en casa. Y además la tienes que ver en IMAX, que es todavía más caro y, lo peor, cambia el aspect ratio y hay más imagen por arriba y por abajo. Osea que tengo que pagar más incluso para ver más información en pantalla, como si fuesen unas patatas de complemento Deluxe en el McMenú. Al igual que pasó con “Avatar 2”, ahora diseñan cine para que tengas que invertir el máximo dinero para convencerte a tí mismo de que te ha gustado y así sentir que formas parte de la multitud.
La factura técnica será impecable, pero eso no la hace necesariamente una película espectacular, solo más profesional. Como ocurría con “La sociedad de la nieve”, todo es tan correcto y está tan dentro de su línea que no hay espacio para que la peli tenga carácter. Se cuenta la historia de la manera en que se supone que debe ser contada y eso anula cualquier factor sorpresa. Por ejemplo, el combate de Feyd-Rautha (Austin Butler) en la arena de gladiadores sigue siendo plano y mediocre por mucho que esté en blanco y negro, con el pelo rapado, con exceso de primerísimos primeros planos y haciendo muecas raras cada dos por tres. Pienso que “Dune 2” tiene una estética vacía porque lo artístico y lo narrativo juegan en ligas diferentes. La grandilocuencia del envoltorio no justifica la decepción que resulta el contenido.
Sin irnos muy lejos, en “John Wick 4”, de hace un año y también del género de acción, veía algo más ambicioso, sin miedo al ridículo, con ese plano secuencia cenital al estilo “Hotline Miami” o ese combate en la escalera con un tono despreocupado pero sin olvidar la seriedad que imbuye la responsabilidad de hacer tal calibre de película. En “Dune 2” tiene más valor cada momento individual que el conjunto, precisamente debido a esa monotonía emocional. Si veo cualquier escena suelta me maravillo con la propuesta formal, elegante e impoluta, como si fuese un ejercicio de maestría técnica sin necesidad, acertadamente, de cargar con el peso de construir un gran guion. Varios episodios he visto de “Love, death and robots” que consiguen esto brillantemente, eso sí, siendo estos cortometrajes de entre 5 y 20 minutos. Pero cuando veo “Dune 2” entera me aburro de ver la misma escena repetida en forma y tono una y otra vez, hasta que acabo echando de menos que me conmuevan con una narración llevada a otra categoría. No necesariamente eso se consigue solo con el guion (aunque en “Dune 2” sigue siendo malo), sino también haciendo que uno o varios apartados artísticos (que no técnicos) aporten algo más allá de lo correcto y efectista.
Me preguntaban si destaco alguna escena de la peli. Pues soy incapaz, porque ninguna me parece buena y ninguna me parece mala. Con “Dune 2” no siento ni frío ni calor porque todo está en la misma línea. Esto me recuerda a una cosa.
Kenji Mizoguchi dijo: "hay que lavarse los ojos después de cada mirada". Es decir, cuando vemos una peli tenemos que valorarla desde un lienzo en blanco. Cuando veo “Dune 2” me olvido de la primera parte, de que es una adaptación de una novela, de “Star Wars”, de “Juego de tronos” o de David Lynch. Por lo tanto, no puedo decir que tal escena me ha gustado más, ni siquiera las supuestamente épicas, si todas están construidas desde un lenguaje tan imparcial. Y no vale la excusa de "esta escena me gusta más porque es más fiel al libro" o "no me gusta porque han quitado historia de tal personaje". Adaptar no es contar la información básica del libro y barnizarla con una fotografía pomposa para que parezca cinematográfico. Yo creo que todos tendríamos que valorarla desde la sensación que nos deja y olvidarnos de ese pegajoso bagaje cultural que nos obliga a ir con la predisposición de que vamos a disfrutar de lo que nos cuenten, sea de la manera que sea. El público está convencido de que no importa la dramaturgia y de que una película también puede ser disfrutada solo por la ejecución técnica. Y eso es algo que ha dicho el propio Villeneuve, pero estoy seguro que si lo llega a decir Michael Bay nadie le haría caso y la mayoría seguiría detestando sus “Transformers”. El castigo que supone ver “Dune 2” no me permite apreciar su aparente logro artesanal. Pues está claro que nadie querría comprar una casa mal construida y diseñada por muy bonita que sea la decoración.
Al final, viéndolo en la distancia, esta no deja de ser una peli de acción al uso. De guerras, combates a cuchillo, naves espaciales y trajes supersónicos. Y eso es fantástico, es un cine con el que muchas veces me fascino. Por tanto, pienso que lo mejor es cerrar la biblioteca mental que los fans tienen sobre el “canon” de Dune y verla como lo que es en esencia, eso es, cine de atracciones. Y, evidentemente, como en todo cine, lo que cuenta es lo que aporta al género y cómo rompe sus reglas. Villeneuve me deslumbró mucho más en el thriller con “Prisioneros” y con “Incendies”, sus dos mejores películas en mi opinión. En “Incendies” ya veíamos ese “poder de las imágenes”, pero el concepto se integraba bien debido a escenas tan impactantes como la masacre del autobús en el desierto, una escena que demostraba la brutalidad de la historia y la valentía del director por mostrar la cara más vulnerable del personaje y en lo que su identidad se va a convertir. Pero en “Dune 2” se deja de jugar con nuestras expectativas, con los conflictos, los saltos en el tiempo o lo que esconden los personajes. Sigo en la sección Spoilers.
Esto no deja de ser una estrategia de marketing. Si no la ves en el cine no la disfrutas, y verla en el cine es más caro que verla en casa. Y además la tienes que ver en IMAX, que es todavía más caro y, lo peor, cambia el aspect ratio y hay más imagen por arriba y por abajo. Osea que tengo que pagar más incluso para ver más información en pantalla, como si fuesen unas patatas de complemento Deluxe en el McMenú. Al igual que pasó con “Avatar 2”, ahora diseñan cine para que tengas que invertir el máximo dinero para convencerte a tí mismo de que te ha gustado y así sentir que formas parte de la multitud.
La factura técnica será impecable, pero eso no la hace necesariamente una película espectacular, solo más profesional. Como ocurría con “La sociedad de la nieve”, todo es tan correcto y está tan dentro de su línea que no hay espacio para que la peli tenga carácter. Se cuenta la historia de la manera en que se supone que debe ser contada y eso anula cualquier factor sorpresa. Por ejemplo, el combate de Feyd-Rautha (Austin Butler) en la arena de gladiadores sigue siendo plano y mediocre por mucho que esté en blanco y negro, con el pelo rapado, con exceso de primerísimos primeros planos y haciendo muecas raras cada dos por tres. Pienso que “Dune 2” tiene una estética vacía porque lo artístico y lo narrativo juegan en ligas diferentes. La grandilocuencia del envoltorio no justifica la decepción que resulta el contenido.
Sin irnos muy lejos, en “John Wick 4”, de hace un año y también del género de acción, veía algo más ambicioso, sin miedo al ridículo, con ese plano secuencia cenital al estilo “Hotline Miami” o ese combate en la escalera con un tono despreocupado pero sin olvidar la seriedad que imbuye la responsabilidad de hacer tal calibre de película. En “Dune 2” tiene más valor cada momento individual que el conjunto, precisamente debido a esa monotonía emocional. Si veo cualquier escena suelta me maravillo con la propuesta formal, elegante e impoluta, como si fuese un ejercicio de maestría técnica sin necesidad, acertadamente, de cargar con el peso de construir un gran guion. Varios episodios he visto de “Love, death and robots” que consiguen esto brillantemente, eso sí, siendo estos cortometrajes de entre 5 y 20 minutos. Pero cuando veo “Dune 2” entera me aburro de ver la misma escena repetida en forma y tono una y otra vez, hasta que acabo echando de menos que me conmuevan con una narración llevada a otra categoría. No necesariamente eso se consigue solo con el guion (aunque en “Dune 2” sigue siendo malo), sino también haciendo que uno o varios apartados artísticos (que no técnicos) aporten algo más allá de lo correcto y efectista.
Me preguntaban si destaco alguna escena de la peli. Pues soy incapaz, porque ninguna me parece buena y ninguna me parece mala. Con “Dune 2” no siento ni frío ni calor porque todo está en la misma línea. Esto me recuerda a una cosa.
Kenji Mizoguchi dijo: "hay que lavarse los ojos después de cada mirada". Es decir, cuando vemos una peli tenemos que valorarla desde un lienzo en blanco. Cuando veo “Dune 2” me olvido de la primera parte, de que es una adaptación de una novela, de “Star Wars”, de “Juego de tronos” o de David Lynch. Por lo tanto, no puedo decir que tal escena me ha gustado más, ni siquiera las supuestamente épicas, si todas están construidas desde un lenguaje tan imparcial. Y no vale la excusa de "esta escena me gusta más porque es más fiel al libro" o "no me gusta porque han quitado historia de tal personaje". Adaptar no es contar la información básica del libro y barnizarla con una fotografía pomposa para que parezca cinematográfico. Yo creo que todos tendríamos que valorarla desde la sensación que nos deja y olvidarnos de ese pegajoso bagaje cultural que nos obliga a ir con la predisposición de que vamos a disfrutar de lo que nos cuenten, sea de la manera que sea. El público está convencido de que no importa la dramaturgia y de que una película también puede ser disfrutada solo por la ejecución técnica. Y eso es algo que ha dicho el propio Villeneuve, pero estoy seguro que si lo llega a decir Michael Bay nadie le haría caso y la mayoría seguiría detestando sus “Transformers”. El castigo que supone ver “Dune 2” no me permite apreciar su aparente logro artesanal. Pues está claro que nadie querría comprar una casa mal construida y diseñada por muy bonita que sea la decoración.
Al final, viéndolo en la distancia, esta no deja de ser una peli de acción al uso. De guerras, combates a cuchillo, naves espaciales y trajes supersónicos. Y eso es fantástico, es un cine con el que muchas veces me fascino. Por tanto, pienso que lo mejor es cerrar la biblioteca mental que los fans tienen sobre el “canon” de Dune y verla como lo que es en esencia, eso es, cine de atracciones. Y, evidentemente, como en todo cine, lo que cuenta es lo que aporta al género y cómo rompe sus reglas. Villeneuve me deslumbró mucho más en el thriller con “Prisioneros” y con “Incendies”, sus dos mejores películas en mi opinión. En “Incendies” ya veíamos ese “poder de las imágenes”, pero el concepto se integraba bien debido a escenas tan impactantes como la masacre del autobús en el desierto, una escena que demostraba la brutalidad de la historia y la valentía del director por mostrar la cara más vulnerable del personaje y en lo que su identidad se va a convertir. Pero en “Dune 2” se deja de jugar con nuestras expectativas, con los conflictos, los saltos en el tiempo o lo que esconden los personajes. Sigo en la sección Spoilers.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Todo en “Dune 2” es predecible, está plasmado de manera genérica y con una perspectiva hacia el drama demasiado neutra. Los personajes apenas se topan con obstáculos. Todo ocurre sobre la marcha, sin destreza para el ritmo y la estructura. Parece que el worldbuilding, más que un universo antiimperialista sobre la conexión con la naturaleza y los profetas, es un plató con un coro de cantos gregorianos donde hablan sobre religiones de plástico, falsos matriarcados, bichos gigantes que parecen sacados de videojuegos y una civilización liderada por un Mesías que es en realidad un Hollywood dando de comer a su ejército de fanáticos hambrientos de glutamato monosódico.
Y, por supuesto, yo en todo momento con la sensación de estar viendo otro “Señor de los anillos”, otro “Vengadores”, otro “Star Wars” (Spoilers de "Los últimos jedi"). El combate de Feyd-Rautha en la arena de gladiadores organizado por Baron (Stellan Skarsgard) me recuerda a Jabba the Hutt enfrentando a Luke contra el monstruo de la mazmorra en “El retorno del jedi”. Paul (Timothée Chalamet) matando a Baron es Kylo Ren matando a Snoke en “Los últimos jedi”, por supuesto sin que falte el giro de guion de que el prota y el villano son familia. La batalla donde se enfrentan los ejércitos la vivo con la misma nula emoción que la de “Infinity War”. Y esa odiosa manía hollywoodiense: el villano apuñala al prota; parece que todo se hunde; inserto de primeros planos de los secundarios reaccionando; pero el prota resiste y apuñala al villano, matándolo, para que se saque el cuchillo que tiene él clavado y quede como si nada. Y se justifica con que es “el elegido” o tiene superpoderes. Trampas y excusas de guion. Y fijémonos en ese final, con una voz en off diciendo que ahora empieza la guerra (¿después de 6 horas de cine ahora empieza lo interesante?), con música épica de Hans Zimmer y un personaje en primer plano mirando intensamente al horizonte. Justo igual que el final de la primera.
Parece que a cada intento Hollywood nos intenta convencer de que es “el nuevo Star Wars” o “el Imperio contraataca de nuestra generación”. Se supone que esta es la mejor obra de Villeneuve, pero la única diferencia que veo respecto a la primera “Dune” es más metraje, más personajes, más acción, más de todo. Eso sí, el mismo vacío cansino y pretencioso. Sigo sin ver la genialidad narrativa, lo que se supone que es el futuro del cine.
Y para acabar me gustaría explicar una cosa. “La petite mort” es una expresión francesa que se refiere al orgasmo como símbolo de una pequeña muerte debido a la pérdida de la consciencia. Pues eso es “Dune 2”. Un orgasmo como experiencia cinematográfica, un chute de dopamina momentáneo, el cual vives y luego olvidas hasta la secuela que hagan cuatro años después. Y esto es a la vez una pequeña muerte, en la que perdemos la consciencia y nos refugiamos del mundo, autoengañándonos en vez de entendiéndolo, pensando que va a venir un Elegido a salvar el mundo de las guerras y el cambio climático cuando todos, de un modo u otro, somos responsables.
Ni el contenido ni la forma de “Dune 2” nos hace mejores, solo más adictos. En la ficción se encuentra la verdad. Seamos conscientes de que una película no se trata de la anti-vida, de lo que nos gustaría ser o de lo que nunca seremos. No se trata de tener una pequeña muerte durante tres horas, de nuestra contemplación hacia imágenes con valor pornográfico, hechas con lentes angulares y a contraluz, de verlas por el propio hecho de verlas, sin un objetivo más allá. Sino que se trata de la vida, de capturarla a través de una perspectiva, un estilo, imágenes verdaderamente sugerentes. Vale tanto el ruido como el silencio, la solemnidad como la sutileza, la genuinidad como la ironía y el conocimiento como las incógnitas. Como siempre en el cine, solo se trata del balance.
Espero que “Dune 2” no sea lo mejor que nos puede dar Hollywood este 2024.
Y, por supuesto, yo en todo momento con la sensación de estar viendo otro “Señor de los anillos”, otro “Vengadores”, otro “Star Wars” (Spoilers de "Los últimos jedi"). El combate de Feyd-Rautha en la arena de gladiadores organizado por Baron (Stellan Skarsgard) me recuerda a Jabba the Hutt enfrentando a Luke contra el monstruo de la mazmorra en “El retorno del jedi”. Paul (Timothée Chalamet) matando a Baron es Kylo Ren matando a Snoke en “Los últimos jedi”, por supuesto sin que falte el giro de guion de que el prota y el villano son familia. La batalla donde se enfrentan los ejércitos la vivo con la misma nula emoción que la de “Infinity War”. Y esa odiosa manía hollywoodiense: el villano apuñala al prota; parece que todo se hunde; inserto de primeros planos de los secundarios reaccionando; pero el prota resiste y apuñala al villano, matándolo, para que se saque el cuchillo que tiene él clavado y quede como si nada. Y se justifica con que es “el elegido” o tiene superpoderes. Trampas y excusas de guion. Y fijémonos en ese final, con una voz en off diciendo que ahora empieza la guerra (¿después de 6 horas de cine ahora empieza lo interesante?), con música épica de Hans Zimmer y un personaje en primer plano mirando intensamente al horizonte. Justo igual que el final de la primera.
Parece que a cada intento Hollywood nos intenta convencer de que es “el nuevo Star Wars” o “el Imperio contraataca de nuestra generación”. Se supone que esta es la mejor obra de Villeneuve, pero la única diferencia que veo respecto a la primera “Dune” es más metraje, más personajes, más acción, más de todo. Eso sí, el mismo vacío cansino y pretencioso. Sigo sin ver la genialidad narrativa, lo que se supone que es el futuro del cine.
Y para acabar me gustaría explicar una cosa. “La petite mort” es una expresión francesa que se refiere al orgasmo como símbolo de una pequeña muerte debido a la pérdida de la consciencia. Pues eso es “Dune 2”. Un orgasmo como experiencia cinematográfica, un chute de dopamina momentáneo, el cual vives y luego olvidas hasta la secuela que hagan cuatro años después. Y esto es a la vez una pequeña muerte, en la que perdemos la consciencia y nos refugiamos del mundo, autoengañándonos en vez de entendiéndolo, pensando que va a venir un Elegido a salvar el mundo de las guerras y el cambio climático cuando todos, de un modo u otro, somos responsables.
Ni el contenido ni la forma de “Dune 2” nos hace mejores, solo más adictos. En la ficción se encuentra la verdad. Seamos conscientes de que una película no se trata de la anti-vida, de lo que nos gustaría ser o de lo que nunca seremos. No se trata de tener una pequeña muerte durante tres horas, de nuestra contemplación hacia imágenes con valor pornográfico, hechas con lentes angulares y a contraluz, de verlas por el propio hecho de verlas, sin un objetivo más allá. Sino que se trata de la vida, de capturarla a través de una perspectiva, un estilo, imágenes verdaderamente sugerentes. Vale tanto el ruido como el silencio, la solemnidad como la sutileza, la genuinidad como la ironía y el conocimiento como las incógnitas. Como siempre en el cine, solo se trata del balance.
Espero que “Dune 2” no sea lo mejor que nos puede dar Hollywood este 2024.