Una película de animación en la que salen una camarera, con problemas para llegar a fin de mes y que tiene que cuidar sola a su hijo, y un chatarrero es interesante y bastante raro.

Si además la película está ambientada en los 50, abordando el contexto de la Guerra Fría y realizando diversos guiños culturales, los dibujos son buenos, la historia es buena y el protagonista es simpático se vuelve una cinta que todos deberíamos ver.

Y si además entretiene, la disfrutan niños y (sobre todo) adultos, se vuelve mejor con los años y tiene toques maestros ("¡A la mierda el país! ¡yo quiero vivir!") quedarás totalmente satisfecho y agradecido.

Pero si además te ofrece una escena y un momento tan desolador como lo es el pensar que llega el fin, que de nada vale correr y que no merece la pena huir, para seguidamente enlazarlo con otra escena y otro momento sublime que se convierte en el clímax de la película no podrás olvidarla.