El verdadero aficionado al buen cine, el que lo ama como a un verdadero arte, no puede quedarse sin ver, al menos una vez en su vida, esta película (o varias docenas de veces, como es mi caso). Porque es una de las más grandes, fácilmente clasificable entre las diez mejores de la historia.

El guión es soberbio, tiene muchísima emoción, humor, drama, suspense, aventura, y, para hacerse una idea, es difícil que no le guste ni a los más reacios a las películas que tengan algo que ver con el género bélico.

La dirección es buenísima, tanto que, pasen los años que pasen, la película apenas envejece, y sigue llena de esa grandiosidad de las superproducciones hechas para que, más que verlas, las vivas.

Sobre las interpretaciones, poco se puede decir. Un reparto lleno de grandes nombres de la época, en su mejor momento, y casi todos ellos en estado de gracia, desde Steve McQueen, Richard Attenborough o Donald Pleasence, hasta (y mira que me cuesta reconocerlo de este actor) el limitadísimo Charles Bronson, en su mejor papel (o el único bueno).

En definitiva, una obra maestra imprescindible, una película larga que no se hace larga, y poco más hay que decir. Ah sí, sólo una cosa, para quienes le sacan este defecto. El que quiera realismo histórico, que se vea documentales. El que quiera arte y entretenimiento, que se vea esta película, porque es arte y entretenimiento con mayúsculas.