¿Es posible abordar una biografía de Margaret Thatcher y no juzgar el balance de esta apisonadora política, hija de un tendero conservador, responsable de alterar definitivamente la relación entre los sindicatos y la sociedad británica y de derrotar a los dictadores argentinos (después de matar injustamente a varios cientos de reclutas)?

Antes de su estreno, 'La dama de hierro' ya había recibido un aluvión de críticas favorables, en la práctica totalidad por la interpretación y la caracterización de Meryl Streep.

Efectivamente, resulta meritorio lograr que la protagonista de 'Memorias de África' o 'El cazador' haya escondido en el camerino su perpetuo atractivo, pero esa carga de alabanzas puede terminar por perjudicar a la película, puesto que se corre el riesgo de eclipsar algunas de sus otras virtudes.

El riesgo de toda película hagiográfica reside en que sus responsables atiendan más las demandas de los historiadores que las de los espectadores, y que no sean capaces de podar el manual de Historia para obtener una historia veraz, coherente y que cuente con sentido propio.

Directora y guionista lo han conseguido, con un retrato de los años de la Sra. Thatcher elaborado a base de ligeras -y certeras- pinceladas: un equilibrio entre el necesario recorrido desde la II Guerra Mundial hasta el Poll Tax y la consecución de una obra congruente, pero atractiva y no tediosa.

Algunas de las dudas antes de la entrar a la sala de proyección quedan resueltas a favor del filme: la interpretación por la norteamericana de la muy inglesa Margaret Thatcher y la cuestión de si se trata de una cinta dirigida en exclusiva a conocedores de los años 80 en Gran Bretaña.

Cabe responder que la película resulta apta para todo tipo de público, aunque le sacarán más jugo quienes gocen de algunas nociones sobre aquel periodo.