DC se está preocupando por hacer algo grande con sus personajes, más allá de lo que Marvel a través de Disney está haciendo con los suyos, donde parece que el rendimiento económico del MCU (Universo Cinematográfico de Marvel) es el único valor imperante. Contra la crítica y contra los fans DC ha arriesgado, acelerando el proceso de expansión cinematográfica de sus héroes con este temprano acercamiento a la Liga de la Justicia, sin tiempo de darle más recorrido a su principal héroe: Superman. Han arriesgado escogiendo entre muchos actores a uno para hacer de Batman que inmediatamente sería atacado. Sin embargo la cosa funciona, porque las piezas encajan, porque vemos una continuidad perfecta entre el anterior film (El Hombre de Acero) y ésta, aportando más, dejando a un lado a Superman para centrarnos en la otra joya de la casa, un Batman maduro, hastiado, que no es fruto de la invención de los guionistas, sino simplemente sacado de uno de los comics más fundamentales en el universo DC, la obra de Frank Miller que para el director de esta cinta resulta básica. ¿Echamos de menos a Superman en esta cinta? Tal vez, pero la sensación es la de continuar una historia, que arrancaba con el último hijo de Krypton y ahora prosigue con Batman, Wonder Woman y los que vendrán.

Pese a las expectativas de los que esperan acción y más acción, los responsables de este título han sabido ser cautos, explorar en sus personajes para extraer toda su esencia, y como si de un concierto de música clásica se tratase, arrancamos con fuerza, mantenemos un ritmo suave que in crescendo nos llevará a una apoteosis final de todos los instrumentos, manteniendo la épica al nivel que ya tuvimos en la anterior película.

Disfrutamos con el tratamiento de los personajes, explorando sus emociones y sus motivaciones, y eso es algo que requiere trabajo y tiempo. Quien esperase un simple duelo entre los dos protagonistas no ha comprendido todavía las muchas capas que éstos tienen, las varias influencias de autores que en los comics han plasmado sus visiones de los personajes y que ahora deben confluir en una única historia, una sola oportunidad de plasmar todos esos matices que en los comics han tenido un espacio propio donde desarrollarse. Por lo tanto hay un excelente trabajo de análisis e interpretación de todas esas referencias, creando un guión serio, inteligente, manejando la tensión, la intriga, para llevarnos a la acción, al puro entretenimiento.

Ésta es la línea que los cinecomics deberían seguir, y sin duda DC con Christopher Nolan descubrió ese camino, decidió poner el foco en el público adulto y no en los niños, humanizando a sus personajes mediante tramas profundas que convierten a sus personajes en una especie de mitología de héroes trágicos obligados a luchar con sus enemigos interiores, más temibles y poderosos que los propios villanos.