El título de mi crítica es la definición en el argot del póker del término runner, runner. Y no va mal encaminado en cuanto a la historia que nos quieren contar.

Hace años las películas que se hacían donde alguien se quería hacer rico, tenían un gran problema, poder hacerse con el botín "físico", ósea, había que ingeniárselas para poder sacar el dinero de algún sitio y quitárselo a alguien. Hoy día ese problema ha pasado a mejor vida, ahora todo es on-line, el dinero puede este en España y diez segundo después en Honduras. La tecnología nos ha dado un mundo donde todo se logra rápidamente y esa es la premisa que pasa por la cabeza de nuestro protagonista (Timberlake), un estudiante de Princeton cuando entra en contacto con un misterioso empresario (Affleck), abonado al enriquecimiento meteórico. Coches potentes, mansiones para quitar el hipo, mujeres de infarto, lujo hasta en el sello del papel higiénico.

Pero algo que hemos aprendido la mayoría que habitamos el planeta tierra, es que nadie regala nada por nada. Y esa difícil lección la tendrá que sufrir en sus propias carnes nuestro aspirante a multimillonario. Policía comprada, palizas, disparos, ataques de cocodrilos, no todo será un camino de rosas en esta aventura.

Así que nos encontramos ante un producto relativamente curioso sin grandes expectativas, con un reparto de caras conocidas donde la incertidumbre y el giro argumental es lo más relevante en la producción.