Las más reciente película del galardonado y prolífico director brasileño Bruno Barreto, el mismo de ‘Doña Flor y sus dos maridos’, cuenta la historia de amor entre la poetisa norteamericana Elizabeth Bishop, y la arquitecta brasileña Lotta de Macedo Soares.

La historia se ubica en la década del 50, Bishop ha viajado a Brasil por un bloqueo creativo y aprovechando la invitación de una amiga de estudios, Mary, quien vive allí con su pareja Lota, quien primero la rechaza al percibirla demasiado recatada y después la fuerza inevitable del amor hará que no quieran estar más tiempo separadas.

Lota encontrará la manera de madurar su nueva relación con Bishop sin desproteger y hasta cierto punto comprando la permanencia de Mary, al ayudarla a “adoptar” un bebé, dando paso a una extraña convivencia de tres que pone en riesgo la estabilidad de la relación, sumando a esto el gusto cada vez más fuerte de Elizabeth por el alcohol.

La mirada de Barreto es demasiado conservadora, la pasión desatada entre la pareja se intuye pero jamás es mostrada, la historia de amor es contada más como una anécdota dentro de una biopic compartida, a pesar de que la historia entre ambas amantes es la parte medular del relato, y el pretexto para realizar esta película.

Sin embargo, esa revolucionaria historia de vida en común de Elizabeth y Lota, apuntalada por el gran trabajo de la australiana Miranda Otto y Gloria Pires, trasciende el relato de Barreto, que nunca evade los clichés y cierto preciosismo pero consigue una película sensible pero no tan profunda como merecía la historia.

Barreto se queda en la superficie y no se atreve a ir más allá, aunque hay algún apunte respecto a la postura de cada personaje en cuanto a la situación política de Brasil todo queda en tibieza, pero hay que destacar que el atinado manejo de la condición sexual de sus personajes y las correctas actuaciones contribuyen a dotar a su película de cierto carácter entrañable.

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