El metraje encontrado (o found footage), es un recurso que ha sido bastardeado de tal manera que ya quedan pocas ganas de ver películas que narrativamente utilizan este recurso.

La película que nos ocupa narra la historia del Michael King de su título original (Shane Johnson), un realizador de documentales que ha sufrido la pérdida de su esposa a causa de un accidente que, según él, ocurrió luego de que ella recibió una noticia de parte de una vidente.

A partir de esto, Michael King se decide a realizar un documental acerca de la fe, religión y fanatismo que desenmascare todo lo que tenga que ver con lo sobrenatural, para ello, el mismo practica varios ritos apoyado por “expertos”, y claro, todo queda registrado en su cámara.

Mientras continua con la realización de su proyecto, las consecuencias de invocar espíritus empezaran a hacer mella en él y es aquí cuando todo se viene abajo, ya que el registro de cada rito tiene por lo menos gracia, sobre todo de los actores que interpretan a los expertos satánicos.

Todo lo que sigue es un mediocre rejunte de recursos que no genera nunca momentos de tensión y mucho menos terror, sólo golpes de efecto tanto en sonido como visualmente que de su abuso termina por cansar al espectador.

Una película que desaprovecha un inicio apenas alentador que se agota demasiado pronto, con una exagerada carencia de ideas, y lo peor, ausente de auténtico terror que consiga por lo menos inquietar.