Hacía tiempo que no veía una película en blanco y negro, y encima de misterio e intriga. Así que vamos con una supuesta obra maestra, "La mujer del cuadro", que bajo ningún concepto debemos confundir con "Perversidad", que es de un año posterior, de 1945. Lo digo porque ambas comparten al mismo director y elenco protagonista, Edward G. Robinson, Joan Bennett y Dan Duryea, diría que con personajes muy parecidos. Pero antes de seguir, aclaremos varios puntos. El primero, que la ciudad de Gotham existe y tiene hasta universidad. La segunda, que nada bueno se puede esperar de los rodríguez. Mujeres del mundo, impedidlo, si no queréis que os sean infieles, es mi consejo.

Pues bien, ya sabemos que el cine clásico está bastante sobrevalorado y "La mujer del cuadro" no es ninguna excepción. Tiene una idea que sí, da juego pero nunca se la acaba de explotar. La situación a medida que pasan los minutos se vuelve más aburrida, con menos suspense, diluyendo los elementos incriminatorios. Es más, es lenta, sus personajes son demasiado simples, su trama se estanca y no existen giros de ningún tipo. De hecho, al final acumula varias meteduras de pata que hace que parezca que se va a hundir pero en el último momento se saca Fritz un recurso extraño, infantil incluso, pero que la salva porque hace que todo sea coherente y con sentido.