Creí que estábamos a las puertas de "Fast & Furious 9", pero nos la anuncian para abril del 2020, es decir que aún nos falta como medio año. Sin embargo podemos ir calentando motores, nunca mejor dicho, con su antecesora, "Fast & Furious 8". Dicho esto y viendo el espectáculo que nos ofrece F. Gary Gray me temo que la saga ha perdido definitivamente la cabeza. Recordemos que todo empezó con unos tipos que hacían carreras ilegales de coches pero ya hace tiempo que se han convertido en una especie de agentes especiales, al más puro estilo de James Bond, expertos en todo. Se ve que los Estados Unidos o la CIA no tienen a nadie en nómina, por lo que tienen que recurrir para esas cosas de salvar al mundo a unos quinquis de la calle autodidactas, que se han hecho millonarios a sí mismos a través del delito, la pasta nunca puede faltar. Patética como concepto.

Curiosamente, la franquicia cuando más éxito tiene peor me parece. Resulta que esta octava entrega logró situarse en la tercera más taquillera del mundo con más de 1.230 millones de dólares recaudados. Sin embargo, es una estupidez de cabo a rabo. Muchas explosiones, unas cuantas pelas, otras tantas carreras y varios litros de chulería de garrafón consistente en fantasmadas y frases supuestamente molonas. Por lo demás, la trama es absurda e inverosímil, la mala es una loca lamentable que no convence a nadie y las secuencias de acción son una tomadura de pelo permanente. En serio, "Fast & Furious 8" está llena de disparates, empezando por esa idílica La Habana poblada de modelos de Victoria's Secret de sexy y escaso atuendo. Sin embargo nuestros héroes no pueden ni mirarlas y se tienen que conformar con los caballos femeninos que les acompañan.