El innegable talento de Richard Linklater se muestra, una vez más, en Boyhood, alcanzado cuotas de maestría al alcance de unos pocos elegidos. En su filmografia, Linklater siempre ha evidenciado esa voluntad de ir más allá de lo que la misma técnica cinematográfica permite. Recordemos el impacto que supuso para el cine independiente "Salcker", la experimentación en el campo de la animación con "waking life" y "Scanner Darkly" y su célebre trilogía con "Antes de..." de la que la reflexión sobre el paso del tiempo y la mella que hace en todos nosotros, sobresale por encima de la propia trama.
En "Boyhood" Linklater vuelve a reflexionar sobre el paso del tiempo y los innegables cambios que causa en cada uno de nosotros, consiguiendo una proximidad entre espectador y película, poco antes conseguida en la historia del séptimo arte. En Boyhood, el espectador se adentra en el mundo de Mason, pasa a formar parte de sus temores, de sus ambiciones, de sus decepciones... de su vida.
Se trata de un álbum familiar en el que todo espectador siente que pertenece ya que, en las casi 3 horas de duración de la cinta, no pasa absolutamente nada, pero, al mismo tiempo, pasa todo. Pasa una vida, pasa nuestro tiempo. En definitiva, nuestra vida.