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Seldon rating:
9
7.2
72,618
Film noir. Thriller
Spain in the early 80s. Two young girls disappear from a town deep in the Guadalquivir wetlands. Two detectives are sent from Madrid; both use very different methods and are not precisely going through the best moment in their professional careers. A strike threatens the rice harvest and complicates the investigations of the two policemen, pressed to solve the case as quickly as possible. What they do however discover is evidence that ... [+]
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- es
September 30, 2014
34 of 45 users found this review helpful
Dos referencias se viene inmediatamente a la mente después (e incluso antes) de ver La Isla Mínima: True Detective, la magnífica serie de la HBO, y el caso de las niñas de Alcasser. Puede que ambos casos los parecidos sean más superficiales que otra cosa, pero desde luego están ahí.
La Isla Mínima cuenta el la desaparición de dos niñas de un pueblo y su investigación por parte de un par de policías de caracteres opuestos.
Y ya desde el principio de la película, con espectaculares e inverosímiles (por lo poco vistas) tomas aéreas, queda claro que el paisaje, el entorno va a ser un personaje más de la película, y que esos engañosos y laberínticos paisajes que nos muestran son una especie de metáfora de la historia que nos van a contar.
No es que Alberto Rodríguez, el director, copie el argumento de True Detective, pero la coincidencia superficial si que está ahí. Sin embargo, Louisiana no es Sevilla, los pantanos que forma el Mississippi no son las marismas del Guadalquivir, ni True Detective es La Isla Mínima. Aquella es más perfecta, más redonda, pero esta tiene personalidad propia, y como tal debería ser juzgada y valorada, sin comparaciones para bien ni para mal.
La ambientación y el toque local están magníficamente conseguidos: aquí los personajes no beben bourbon, sino ginebra, no escuchan country sino a Baccara en la discoteca del pueblo y no van a un club de stripteas frecuentado por camioneros, sino al puticlub. La recreación de un tiempo (la transición, las huelgas, los viejos métodos y actitudes que se resisten a desaparecer...) y un lugar (un pueblo dejado de la mano de Dios, todavía en el subdesarrollo, los jornaleros del campo para la cosecha,...) está muy bien conseguida, y no sólo porque logren ser verosímiles enseñando los modelos de coches correctos para la época (si no sabéis cual es la diferencia entre un Dos Caballos y un Dyane 6, aquí la aprenderéis), sino porque consiguen una atmósfera opresiva, pesimista, de desesperación. Mujeres resignadas, jóvenes sin futuro que quieren abandonar el pueblo para tener uno, ferias de pueblo con sus casetillas para tirar con la escopeta de plomillos, jornaleros itinerantes que llegan para la cosecha y que se marcharán con ellas, obreros en huelga,...
Hay que reconocerles tanto a Javier Gutiérrez como a Raúl Arévalo que están magníficos en sus papeles de los dos policías tan –aparentemente opuestos- pero decía antes que el ambiente, el pueblo, marisma, es otro personaje más. El uso del paisaje como un recurso está muy conseguido, la lluvia, la marisma, persecuciones nocturnas por caminos de tierra,...
El resto de los actores me gustó menos, la verdad. Nerea Barros no está mal, pero no me la acabo de creer interpretando a la madre de las niñas. Y el papel de Antonio de la Torre como el padre y el barquero del pueblo no le da mucho para lucirse.
Luego está Jesús Castro, Quina, que repite exactamente el mismo personaje de El Niño, el chulito guaperas del pueblo, aunque aquí es un secundario, y que no se si es que no da para más y es que lo han encasillado o que simplemente no da para más y se limita a hacer de si mismo. También repite (de El Niño), Jesús Carroza, que ya es un secundario habitual de las películas de Alberto Rodríguez: aparecía en 7 Vírgenes, y también en Grupo 7. Pero aquí su papel de Guardia Civil local es tan corto que la verdad es que es difícil de juzgar.
Siempre es de agradecer que el cine español se atreva sin complejos con películas de género, y este director parece que va lanzado. Esta es una película policiaca, de cine negro más que un thriller, Es una película oscura, son prestamistas, con traficantes de droga, de abusos y de extorsiones, no sólo sexuales (esas son las más evidentes que se muestran), sino también de los poderosos, los caciques del pueblo contra los más humildes (que sólo se insinúan, apenas se dibujan). Creo que por el tema, y por la coincidencia de las niñas, las quinceañeras misteriosamente desparecidas, recuerda bastante el caso de las niñas de Alcasser. Por eso y por más cosas que dejo para el spoiler.
Si te ha gustado y quieres leer más, pásate por: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2014/10/la-isla-minima-las-comparaciones-son.html
La Isla Mínima cuenta el la desaparición de dos niñas de un pueblo y su investigación por parte de un par de policías de caracteres opuestos.
Y ya desde el principio de la película, con espectaculares e inverosímiles (por lo poco vistas) tomas aéreas, queda claro que el paisaje, el entorno va a ser un personaje más de la película, y que esos engañosos y laberínticos paisajes que nos muestran son una especie de metáfora de la historia que nos van a contar.
No es que Alberto Rodríguez, el director, copie el argumento de True Detective, pero la coincidencia superficial si que está ahí. Sin embargo, Louisiana no es Sevilla, los pantanos que forma el Mississippi no son las marismas del Guadalquivir, ni True Detective es La Isla Mínima. Aquella es más perfecta, más redonda, pero esta tiene personalidad propia, y como tal debería ser juzgada y valorada, sin comparaciones para bien ni para mal.
La ambientación y el toque local están magníficamente conseguidos: aquí los personajes no beben bourbon, sino ginebra, no escuchan country sino a Baccara en la discoteca del pueblo y no van a un club de stripteas frecuentado por camioneros, sino al puticlub. La recreación de un tiempo (la transición, las huelgas, los viejos métodos y actitudes que se resisten a desaparecer...) y un lugar (un pueblo dejado de la mano de Dios, todavía en el subdesarrollo, los jornaleros del campo para la cosecha,...) está muy bien conseguida, y no sólo porque logren ser verosímiles enseñando los modelos de coches correctos para la época (si no sabéis cual es la diferencia entre un Dos Caballos y un Dyane 6, aquí la aprenderéis), sino porque consiguen una atmósfera opresiva, pesimista, de desesperación. Mujeres resignadas, jóvenes sin futuro que quieren abandonar el pueblo para tener uno, ferias de pueblo con sus casetillas para tirar con la escopeta de plomillos, jornaleros itinerantes que llegan para la cosecha y que se marcharán con ellas, obreros en huelga,...
Hay que reconocerles tanto a Javier Gutiérrez como a Raúl Arévalo que están magníficos en sus papeles de los dos policías tan –aparentemente opuestos- pero decía antes que el ambiente, el pueblo, marisma, es otro personaje más. El uso del paisaje como un recurso está muy conseguido, la lluvia, la marisma, persecuciones nocturnas por caminos de tierra,...
El resto de los actores me gustó menos, la verdad. Nerea Barros no está mal, pero no me la acabo de creer interpretando a la madre de las niñas. Y el papel de Antonio de la Torre como el padre y el barquero del pueblo no le da mucho para lucirse.
Luego está Jesús Castro, Quina, que repite exactamente el mismo personaje de El Niño, el chulito guaperas del pueblo, aunque aquí es un secundario, y que no se si es que no da para más y es que lo han encasillado o que simplemente no da para más y se limita a hacer de si mismo. También repite (de El Niño), Jesús Carroza, que ya es un secundario habitual de las películas de Alberto Rodríguez: aparecía en 7 Vírgenes, y también en Grupo 7. Pero aquí su papel de Guardia Civil local es tan corto que la verdad es que es difícil de juzgar.
Siempre es de agradecer que el cine español se atreva sin complejos con películas de género, y este director parece que va lanzado. Esta es una película policiaca, de cine negro más que un thriller, Es una película oscura, son prestamistas, con traficantes de droga, de abusos y de extorsiones, no sólo sexuales (esas son las más evidentes que se muestran), sino también de los poderosos, los caciques del pueblo contra los más humildes (que sólo se insinúan, apenas se dibujan). Creo que por el tema, y por la coincidencia de las niñas, las quinceañeras misteriosamente desparecidas, recuerda bastante el caso de las niñas de Alcasser. Por eso y por más cosas que dejo para el spoiler.
Si te ha gustado y quieres leer más, pásate por: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2014/10/la-isla-minima-las-comparaciones-son.html
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Recuerda al crimen de Alcasser por otras cosas, y una de ellas es esa sensación de crimen no resuelto que te queda cuando han terminado de contarte la historia. Sí, es cierto que alguno va a la cárcel o paga con su vida, pero en la ficción parece insinuarse que son sólo los más pringados, que los que estaban de verdad arriba, los poderosos, esos se han librado... como en la realidad. Hablo del famoso hombre del sombrero, el cacique, capataz o como queráis llamarlo.
Creo que la película tiene algunos fallitos de guión, pero la verdad es que se los perdono. ¿Por ejemplo? Bueno, no me parece muy creíble que si fotografías a quinceañeras desnudas para extorsionarlas luego les de a ellas precisamente los negativos (estos los encuentra la madre medio quemados en su brasero, y es ella quién se los da a los policías).
Por otro lado decía que no me parece del todo redonda la película y creo que la culpa la tiene el final. Por un lado me resulta un poco precipitado, como si hubiera prisa por acabarla (la verdad es que sólo dura 90 minutos, podrían haberlo desarrollado un poco más). Pero por otro lado no me resulta del todo claro.
Hay subtramas que parecen no llevar a ninguna parte, como la de los traficantes de heroína, o la de la pitonisa augurándole un mal futuro al policía. Para mi por lo menos resulta claro que los traficantes no tiene nada que ver en el asunto, simplemente por casualidad vieron más de lo que debían, y sólo pretenden quitarse de encima la vigilancia de la Guardia Civil en la marisma para seguir con sus trapicheos. Y está aún más claro el tema del policía: se ve que está enfermo, se medica, orina sangre,...
Pero hay otras cosas que no me resultan tan claras:
¿Tiene algo que ver realmente el hombre del sombrero en los crímenes?¿Está en el fondo el juez protegiéndolo porque lo sabe o lo sospecha? Es más, las prisas no son sólo del juez porque el caso se resulta rápido, sino del mismo Juan, el policía facha, que se apresura a acabar con el guardia de la finca (el pervertido que trabajó en un hotel de la Costa del Sol) y se asegura que quede muerto y bien muerto ¿no vaya a hablar más de la cuenta? De hecho, rizando el rizo, y sobre todo viendo la escena final, esas miradas que se echan ambos policías cuando Pedro que descubre que el pasado de Juan no solo es tan malo como se rumorea, sino peor, incluso puedes llegar a preguntarte si en el fondo el policía de la vieja escuela no ha sido puesto ahí más que para vigilar al nuevo y asegurarse de que el caso se cierre convenientemente, “como Dios manda”.
No se, a lo mejor soy yo que en mi torpeza no me enteré de algún detalle fundamental, y creo ver una película mal cerrada o un final abierto intencionadamente donde no lo hay. Pero parece que no soy el único, por lo que leo y oigo a gente que ha visto la película, luego a lo mejor no soy yo, sino que el director no supo cerrarla bien, contar bien el final y convertir una buena película en una película sobresaliente y redonda.
Creo que la película tiene algunos fallitos de guión, pero la verdad es que se los perdono. ¿Por ejemplo? Bueno, no me parece muy creíble que si fotografías a quinceañeras desnudas para extorsionarlas luego les de a ellas precisamente los negativos (estos los encuentra la madre medio quemados en su brasero, y es ella quién se los da a los policías).
Por otro lado decía que no me parece del todo redonda la película y creo que la culpa la tiene el final. Por un lado me resulta un poco precipitado, como si hubiera prisa por acabarla (la verdad es que sólo dura 90 minutos, podrían haberlo desarrollado un poco más). Pero por otro lado no me resulta del todo claro.
Hay subtramas que parecen no llevar a ninguna parte, como la de los traficantes de heroína, o la de la pitonisa augurándole un mal futuro al policía. Para mi por lo menos resulta claro que los traficantes no tiene nada que ver en el asunto, simplemente por casualidad vieron más de lo que debían, y sólo pretenden quitarse de encima la vigilancia de la Guardia Civil en la marisma para seguir con sus trapicheos. Y está aún más claro el tema del policía: se ve que está enfermo, se medica, orina sangre,...
Pero hay otras cosas que no me resultan tan claras:
¿Tiene algo que ver realmente el hombre del sombrero en los crímenes?¿Está en el fondo el juez protegiéndolo porque lo sabe o lo sospecha? Es más, las prisas no son sólo del juez porque el caso se resulta rápido, sino del mismo Juan, el policía facha, que se apresura a acabar con el guardia de la finca (el pervertido que trabajó en un hotel de la Costa del Sol) y se asegura que quede muerto y bien muerto ¿no vaya a hablar más de la cuenta? De hecho, rizando el rizo, y sobre todo viendo la escena final, esas miradas que se echan ambos policías cuando Pedro que descubre que el pasado de Juan no solo es tan malo como se rumorea, sino peor, incluso puedes llegar a preguntarte si en el fondo el policía de la vieja escuela no ha sido puesto ahí más que para vigilar al nuevo y asegurarse de que el caso se cierre convenientemente, “como Dios manda”.
No se, a lo mejor soy yo que en mi torpeza no me enteré de algún detalle fundamental, y creo ver una película mal cerrada o un final abierto intencionadamente donde no lo hay. Pero parece que no soy el único, por lo que leo y oigo a gente que ha visto la película, luego a lo mejor no soy yo, sino que el director no supo cerrarla bien, contar bien el final y convertir una buena película en una película sobresaliente y redonda.