Secuela de "El silencio de los corderos", y que en esta ocasión la agente Starling es nada más y nada menos que Juliane Moore, actriz que ha hecho grandes películas, como El gran Lebowski, pero que no ha sido bien valorada a posteriori y la han encasillado en películas romántico-americanas, pero la veremos próximamente en buenas películas.
La secuela a pesar de guardar la línea, nada tiene que ver con la primera entrega. Esta es mucho más oscura y Anthony Hopkins tiene el total protagonismo, más acción, más sangre y más argumento, pero no es tan impecable ni tan compleja como la anterior, más sencilla y con un argumento más lineal.
Ridley Scott, cuya experiencia le respalda, toma el relevo de Jonathan Demme, que dejó el listón bastante alto, y desde luego. La diferencia entre uno y otro es clara y ya más o menos anteriormente, Demme guarda un argumento complejo que guarda el misterio hasta el último momento, siendo bastante escrupuloso con los detalles y Scott, como nos tiene más acostumbrados, presta más atención a la acción y que los contenidos de las escenas tengan un atractivo directo, desde luego no pierde el tiempo, pero esto hace que pierda el atractivo que consiguió Demme en la primera entrega.
Como ya he comentado, Moore y Hopkins hacen un gran papel. Hopkins tenía que guardar y mantener el gran trabajado papel de la primera y Moore tenía que realizar el difícil papel de sustituir el gran papel realizado por Jodie Foster en la primera entrega, que lo hace bien, pero, no es la verdadera Clarice Starling, eso lo sabemos todos. Pero destacar el papelón del grandísimo Gary Oldman, con una caracterización que a veces te hace girar la mirada tras ver su cara desfigurada. Siempre me ha encantado este actor, y en esta película realiza un trabajo excepcional. Destaco su papel.

Puntuación: 7/10

A pesar de tener acción y que Hopkins tenga en esta ocasión el total protagonismo de la película, no guarda el halo de misterio de la primera ni la elegancia, más acción atendiendo menos al argumento.