La buena química entre sus dos astros protagonistas hizo de este film uno de los más recordados de su autor y por extensión de la Historia del cine. Huston aceptó el encargo porque la historia transcurría en África y tenía el capricho de cazar un elefante. Junto con Bogart fueron los únicos que no tuvieron problemas con el agua al beber únicamente alcohol durante el rodaje. A La reina de África le pasa un poco como a Casablanca que fue un éxito de crítica y público inesperado.

Sorprende ver a Bogart sucio y desarrapado acostumbrados como nos tiene a verle elegantemente trajeado. Choca verle reír tanto e incluso hacer tonterías como cuando se pone a imitar a los hipopótamos porque la imagen que tenemos de él es la de un tipo serio y duro. Su personaje es la antítesis del que interpreta Katharine Hepburn. Mientras él es un barquero borrachín de buen corazón, ella es una puritana beata que se encuentra en África predicando junto a su hermano reverendo. El estallido de la Primera Guerra Mundial trastoca sus planes cuando los alemanes saquean las aldeas que forman parte de imperio británico. A la Hepburn no le queda otra que aceptar la ayuda de Bogart quien se ofrece a ponerla a salvo en su destartalada barca de vapor. A lo largo de un viaje plagado de peligros vivirán infinidad de aventuras que les harán permanecer unidos ante la adversidad y desarrollar una hermosa historia de amor en los incomparables parajes africanos.

En 1990 Clint Eastwood protagonizó y dirigió Cazador blanco, corazón negro que contaba la historia del rodaje de La reina de África.