Videodrome es una de las obras más personales e interesantes de su autor, una extraña rareza parida por la mente enferma de Cronenberg que cuenta la historia de un director de programas de un modesto canal televisivo que está buscando algo rompedor que le permita subir la audiencia. Un día uno de los técnicos intercepta una señal extranjera en la que se ven imágenes de violencia, sexo y tortura, los ingredientes infalibles para despertar el interés del público. Se trata de un programa adictivo que poco a poco absorbe la mente del espectador hasta volverle loco.

La película siempre me pareció una locura paranoica en la que un genial James Woods acaba confundiendo la realidad con la fantasía y es utilizado a modo de vídeo al que introducen cintas beta en las que se encuentran grabadas las instrucciones sobre lo que debe hacer. Los efectos especiales de Rick Baker son muy imaginativos y han soportado bastante bien el paso del tiempo. El guión supone una crítica al cada vez mayor poder e influencia de la televisión en nuestras vidas y a la falta de escrúpulos de los programadores y directivos para ofrecer cualquier cosa por mantener a la audiencia.