El planteamiento de la película no está mal: dos historias de dos personas que son muy metódicas en su quehacer, muy precisas, pero que tienen que enfrentarse al azar de la vida, que les pondrá frente a situaciones dolorosas e inesperadas, imposibles de medir. El problema es que, a diferencia de sus personajes, el autor parece que no consigue seguir adelante tras la idea (el lanzamiento) inicial, y vemos cómo su obra va naufragando en la inanidad. El nexo entre las historias de los dos protagonistas, por ejemplo, es demasiado débil, y muy literalmente copiado de "Amores perros". La historia del jugador de billar es demasiado forzada, uno no puede creer que sea capaz de rehacer su vida tan pronto. Lo mismo con el controlador de tráfico, que parece vivir una mutación de sentimientos demasiado radical y repentina. Con todo, hay momentos logrados, como la comparación entre los movimientos de la bola blanca de billar y de la novia del jugador. Pero no deja de ser una película prescindible que no recomendaría.