Average rating
4.8
Ratings
8,787
Reviews
465
Lists
45
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
- Social Networks
-
Share his/her profile
JACHi rating:
8
5.7
509
Drama. War
Spanish right-wingers equally devoted to Catholic religion and Franco dictatorship, go soldiering as volunteers with the Germans when these started hostilities against Russia (1943), then under the Soviet regime. They lose, mostly are imprisoned, and will suffer eleven years in captivity - keeping their faith and their dignity.
Language of the review:
- es
January 14, 2014
12 of 22 users found this review helpful
Evidentemente, ya he dado a entender con el título del comentario que pertenezco a ese grupo mayoritario pero silencioso que defiende (discretamente, insisto) que el momento más sano y brillante del cine español fueron las décadas de los 50 y 60, y ponernos aquí a citar ejemplos que lo amparen es algo que, dando por supuesta la cultura y el bagaje de todo aquel que esté leyendo esta reseña, pues sobra.
Los motivos que me han llevado a declarar sin complejos que esto es así no son gratuitos ni, como algún usuario me ha acusado a través de correos privados, ideológicos. Sino que proceden de la pura y llana observación. Los guiones parecían redactados por escritores consagrados, los temas eran interesantes y, sobre todo y por encima de todo, los actores eran sencillamente maravillosos. Producciones impecablemente cuidadas y -y esto lo señalo como un calificativo muy benigno- españolísimas. Sí, españolas, orgullosas y encantadas de serlo y de demostrarlo. Hago hincapié porque no hace mucho estuve leyendo un amplio manual sobre la historia del cine, editado según comprobé en 1973, y escrito por dos autores franceses cuyo nombre no recuerdo ahora, lo siento. En el mismo, después de cantar las bondades del cine de TODAS las naciones (que si Hungría, que si Portugal, que si Italia, que si Suecia, que si Japón...) y, mucho más ampliamente, el de Francia, claro, estos dos infames menospreciaban con una total falta de tacto (y rigor) el que se había hecho aquí en nuestro país, arguyendo gilipolleces como 'costumbrista', 'condescendiente' y toda clase de comentarios despreciativos, ya no sé si llevados de simple y cazurra ignorancia, o de la malevolencia propia de los intelectuales autodenominados progresistas, ambas cualidades, en cualquier caso, muy comunes en los flipados "tragantonionis" y "chupatruffauts".
Aquellos dos necios no me preocupan. Pero sí que las nuevas generaciones se atrevan, OSEN, ponerme delante de los ojos esperpentos del tipo CARMINA O REVIENTA, y luego me digan que no ven cine español antiguo "porque era mucho más malo que el de ahora".
No, colegas, no. EMBAJADORES EN EL INFIERNO es una auténtica pepita de oro. Y digo sólo 'pepita' porque por desgracia no ha trascendido demasiado, y ha llegado a solamente unos pocos entusiastas para recibir el inmerecido olvido de todos los demás. Pero la he visto y no me paso de la raya al proclamar que está al mismo nivel (salvando las distancias; presupuestarias, quiero decir) de SENDEROS DE GLORIA, la cual es un año posterior y tiene escenas muy parecidas a las de la cinta que nos ocupa. El texto es simplemente sublime, la línea narrativa está perfectamente hilvanada, los actores están del 0 al 10, ¡11!, y la historia, real por cierto, es apasionante. Si tengo que buscarle defectos a esta película, cosa que me cuesta, los atribuiría al hecho de que todos los personajes puedan comunicarse con excesiva facilidad, siendo allí en aquel gulag infecto cada uno de un país y lengua diferentes: españoles, alemanes, italianos... y naturalmente, rusos. Quizá sacrificaron el realismo en este sentido en pos de una narración más amena y ágil, lo que no veo mal en absoluto. El espíritu de la obra y de las vivencias de aquellas personas queda intacto, y eso es lo que prima.
Y en cuanto a lo puramente político-ideológico, qué queréis que os diga. Hace un par de años escribí en esta web una serie de críticas a diversos documentales a la que bauticé como 'El manual anti-comunista de Jachi'. Y en efecto, me declaro enemigo irreconciliable del sovietismo en cualquier de sus formas y no me avergüenzo de hacerlo en medios como este, donde participa mucha gente de signo diametralmente opuesto, o simplemente personas que AÚN HOY TODAVíA observan las ideas marxistas y comunistas como algo provisto de una gran bondad, romanticismo y amor al género humano. Es a estas últimas a las que les recomiendo que vean EMBAJADORES EN EL INFIERNO y le den la oportunidad que, por las magníficas virtudes de las que está dotada y a las que hecho referencia, esta película se merece.
Los motivos que me han llevado a declarar sin complejos que esto es así no son gratuitos ni, como algún usuario me ha acusado a través de correos privados, ideológicos. Sino que proceden de la pura y llana observación. Los guiones parecían redactados por escritores consagrados, los temas eran interesantes y, sobre todo y por encima de todo, los actores eran sencillamente maravillosos. Producciones impecablemente cuidadas y -y esto lo señalo como un calificativo muy benigno- españolísimas. Sí, españolas, orgullosas y encantadas de serlo y de demostrarlo. Hago hincapié porque no hace mucho estuve leyendo un amplio manual sobre la historia del cine, editado según comprobé en 1973, y escrito por dos autores franceses cuyo nombre no recuerdo ahora, lo siento. En el mismo, después de cantar las bondades del cine de TODAS las naciones (que si Hungría, que si Portugal, que si Italia, que si Suecia, que si Japón...) y, mucho más ampliamente, el de Francia, claro, estos dos infames menospreciaban con una total falta de tacto (y rigor) el que se había hecho aquí en nuestro país, arguyendo gilipolleces como 'costumbrista', 'condescendiente' y toda clase de comentarios despreciativos, ya no sé si llevados de simple y cazurra ignorancia, o de la malevolencia propia de los intelectuales autodenominados progresistas, ambas cualidades, en cualquier caso, muy comunes en los flipados "tragantonionis" y "chupatruffauts".
Aquellos dos necios no me preocupan. Pero sí que las nuevas generaciones se atrevan, OSEN, ponerme delante de los ojos esperpentos del tipo CARMINA O REVIENTA, y luego me digan que no ven cine español antiguo "porque era mucho más malo que el de ahora".
No, colegas, no. EMBAJADORES EN EL INFIERNO es una auténtica pepita de oro. Y digo sólo 'pepita' porque por desgracia no ha trascendido demasiado, y ha llegado a solamente unos pocos entusiastas para recibir el inmerecido olvido de todos los demás. Pero la he visto y no me paso de la raya al proclamar que está al mismo nivel (salvando las distancias; presupuestarias, quiero decir) de SENDEROS DE GLORIA, la cual es un año posterior y tiene escenas muy parecidas a las de la cinta que nos ocupa. El texto es simplemente sublime, la línea narrativa está perfectamente hilvanada, los actores están del 0 al 10, ¡11!, y la historia, real por cierto, es apasionante. Si tengo que buscarle defectos a esta película, cosa que me cuesta, los atribuiría al hecho de que todos los personajes puedan comunicarse con excesiva facilidad, siendo allí en aquel gulag infecto cada uno de un país y lengua diferentes: españoles, alemanes, italianos... y naturalmente, rusos. Quizá sacrificaron el realismo en este sentido en pos de una narración más amena y ágil, lo que no veo mal en absoluto. El espíritu de la obra y de las vivencias de aquellas personas queda intacto, y eso es lo que prima.
Y en cuanto a lo puramente político-ideológico, qué queréis que os diga. Hace un par de años escribí en esta web una serie de críticas a diversos documentales a la que bauticé como 'El manual anti-comunista de Jachi'. Y en efecto, me declaro enemigo irreconciliable del sovietismo en cualquier de sus formas y no me avergüenzo de hacerlo en medios como este, donde participa mucha gente de signo diametralmente opuesto, o simplemente personas que AÚN HOY TODAVíA observan las ideas marxistas y comunistas como algo provisto de una gran bondad, romanticismo y amor al género humano. Es a estas últimas a las que les recomiendo que vean EMBAJADORES EN EL INFIERNO y le den la oportunidad que, por las magníficas virtudes de las que está dotada y a las que hecho referencia, esta película se merece.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
Porque claro, relatado todo con la rigurosidad, la precisión y el arte propios del mejor cine histórico (sin nada que envidiar al americano, y esto lo remarco una y mil veces), uno se puede hacer una idea del calvario insufrible que tuvieron que padecer los 372 infelices que cayeron en las garras de Stalin y su caterva de asesinos y carceleros. De hecho, el film me parece ideal para un buen re-make, en el que las escenas más crueles (por estar hablando de una peli de 1956, no olvidemos) no sean suavizadas y se muestren con toda la crudeza con la que aquellos demonios adornados de estrellas rojas trataron a sus prisioneros.
Y aquí es donde señalo que el título de la película me parece totalmente apropiado y justo. Ya sin mencionar los muchos instantes simbólicos, y referencias a la literatura y mitología clásicas, acompañados algunas veces de verdadera entidad religiosa (ese barco "capitaneado" por una enfermera, que no es otra cosa que un ángel salvador; esa entrada al campo de prisioneros que no era sino la antesala del mismísimo infierno; ese pobre cautivo encaramado a la pared, medio congelado, a la que la Luz de la Providencia está iluminando y dándole compañía en aquella soledad y desesperación; etc). Es que realmente, esa prueba a la que sometieron a los desdichados divisionarios que corrieron aquella suerte, puede ser comparada con la del purgatorio más despiadado. Que al final, y gracias a la incansable fe en ellos mismos, en el regreso a casa, en la Patria (por qué no decirlo) y en Dios, tuvo la recompensa que está reflejada en la que aclamo como una de las escenas más emocionantes de la historia del cine bélico, la que refleja la inconmesurable felicidad y alivio que sintieron aquellos tristes soldados al ser por fin repatriados y devueltos a sus hogares y familias, contrapuesta con la del horror y desdicha absoluta que sintieron los que no fueron capaces de resistir la tentación de aliarse con el Diablo. Cruel, pero veraz. La justicia del Señor -como la de la vida- es implacable.
Comprenderéis por qué no me termino de reír cuando en algún espacio televisivo actual, se han cachondeado socarronamente del contenido de esta pequeña obra maestra, y de los ideales que sus protagonistas sostenían (que no eran otros que la lucha contra la propagación del comunismo en el mundo, y la defensa de la fe cristiana. Lo de que eran "fachas" y tal es un añadido de los progres modernetes de ahora. Los que a propósito, tendrían algo más cuidado a la hora de hablar y juzgar, si se hubiesen molestado, como sí ha hecho un servidor, en entrevistar a antiguos combatientes de la guerra civil y del frente ruso. Se adquiere otra perspectiva, menos agresiva, os debo decir).
En fin. Un diez para José María Forqué. Un diez para Torcuato Luca de Tena. Un diez para Antonio Vilar, Rubén Rojo, Luis Peña y los demás. Y un diez también para ti, si decides buscar, encontrar, y finalmente, ver y disfrutar esta maravilla.
Y aquí es donde señalo que el título de la película me parece totalmente apropiado y justo. Ya sin mencionar los muchos instantes simbólicos, y referencias a la literatura y mitología clásicas, acompañados algunas veces de verdadera entidad religiosa (ese barco "capitaneado" por una enfermera, que no es otra cosa que un ángel salvador; esa entrada al campo de prisioneros que no era sino la antesala del mismísimo infierno; ese pobre cautivo encaramado a la pared, medio congelado, a la que la Luz de la Providencia está iluminando y dándole compañía en aquella soledad y desesperación; etc). Es que realmente, esa prueba a la que sometieron a los desdichados divisionarios que corrieron aquella suerte, puede ser comparada con la del purgatorio más despiadado. Que al final, y gracias a la incansable fe en ellos mismos, en el regreso a casa, en la Patria (por qué no decirlo) y en Dios, tuvo la recompensa que está reflejada en la que aclamo como una de las escenas más emocionantes de la historia del cine bélico, la que refleja la inconmesurable felicidad y alivio que sintieron aquellos tristes soldados al ser por fin repatriados y devueltos a sus hogares y familias, contrapuesta con la del horror y desdicha absoluta que sintieron los que no fueron capaces de resistir la tentación de aliarse con el Diablo. Cruel, pero veraz. La justicia del Señor -como la de la vida- es implacable.
Comprenderéis por qué no me termino de reír cuando en algún espacio televisivo actual, se han cachondeado socarronamente del contenido de esta pequeña obra maestra, y de los ideales que sus protagonistas sostenían (que no eran otros que la lucha contra la propagación del comunismo en el mundo, y la defensa de la fe cristiana. Lo de que eran "fachas" y tal es un añadido de los progres modernetes de ahora. Los que a propósito, tendrían algo más cuidado a la hora de hablar y juzgar, si se hubiesen molestado, como sí ha hecho un servidor, en entrevistar a antiguos combatientes de la guerra civil y del frente ruso. Se adquiere otra perspectiva, menos agresiva, os debo decir).
En fin. Un diez para José María Forqué. Un diez para Torcuato Luca de Tena. Un diez para Antonio Vilar, Rubén Rojo, Luis Peña y los demás. Y un diez también para ti, si decides buscar, encontrar, y finalmente, ver y disfrutar esta maravilla.