“El hombre de acero” es una película de acción, ruido, explosiones y efectos especiales en alta definición y con música atronadora y espectacular de Hans Zimmer. Es lo que mejor la define. Una película de superhéroes más preocupada por incluir toda la acción que faltó en las anteriores intentonas de resucitar el interés por el héroe, que por desarrollarse y reinventarse ella misma a lo grande. Así tenemos que el desarrollo de los personajes es nulo y decepcionante (pese a que Henry Cavill es el Superman más complejo y duro de la historia y el mayor acierto de la cinta), el metraje se antoja de largo tras un prometedor arranque y su tercer acto (un sin parar de explosiones) tampoco convence y sólo los dos últimos minutos traen algo de grandeza a la cinta. Ni siquiera su oscuridad es desarrollada o impone. Es un quiero y no puedo continuo. Pese a ello, su espectáculo tampoco es malo y consigue hacer a la película pasable en general, logrando así ser mejor que la infame cuarta parte de la saga original y la totalmente fallida “Returns”.