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Spain Spain · Madrid
OsitoF rating:
3
Language of the review:
  • es
August 25, 2021
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Cuando era chaval, hubo un momento en que se puso musicalmente de moda un pseudo estilo llamado pomposamente ‘agro-pop’ cuyo mayor exponente fueron los ‘No me pises que no llevo chanclas’ que llegaron a colocar varios de sus temas en las listas y lograron mantenerse en el candelero un tiempo más que respetable. La moda pasó y el grupo se desvaneció, pero ocasionalmente su testigo es recogido por frikis de un éxito como ‘Zapato Veloz’ o el Koala que resucitan el espíritu durante un mes o dos.

Si el concepto fuese exportable al cine, “Antes de la quema” sería un ejemplo arquetípico: una trama absolutamente secundaria y prescindible que, simplemente, sirve de marco, de escenario, de coartada para que unos personajes entrañables, supuestamente carismáticos, completamente estereotipados y profundamente arraigados en los usos y costumbres de un determinado paraje escogido a propósito por sus dejes y peculiaridades evolucionen contando chistes o escenificando los gags típicos del lugar. En este caso, el punto fuerte (por llamarlo así) de “Antes de la quema” es el rollito lolailo del Cádiz chirigotero y la incontenible (y poco inteligible) verborrea de sus protagonistas. Algunos de ellos, como el que hace de Tuti (Joaquín Núñez) tiene su gracia porque además de hablar con acento, lo hace con talento, mientras que otros como el protagonista Quique (Salva Reina) cansan.

Claramente, la película va a dos velocidades. Por una parte, Manuel Manquiña y Manuela Velasco hacen milagros con unos personajes dejados al tuntún con un guion anémico de medios y de literatura. La puesta en escena de su atraco es entrañablemente patética, sin frases, sin dirección, sin efectos y con contadas balas de fogueo que casi les obliga a decir “pum”, “pum”... pero ellos a lo suyo, interpretando como pueden sin dejarse llevar por una desidia que se habría llevado a más de uno en su lugar. Por otra parte, el resto del reparto van de un sitio a otro soltando chascarrillos con un acento de la tierra forzado hasta la ininteligibilidad, mientras recorren la ciudad tratando de compensar con vistas turísticas lo escaso del argumento.

No es la primera ni será la última de este tipo de películas que parecen pura improvisación y juegan a la complicidad con el espectador, a que caigan bien unos protagonistas con los que cualquiera se tomaría algo. Pero no deja de ser eso, una jugada. A veces sale bien, a veces sale mal. A mí ya me pilla mayor y no me enganchan. Puedo reconocer ciertas gracietas puntuales, algo de ingenio en algunas decisiones del guion (como la fórmula narrativa en un falso flashback que denota una sofisticación que contrasta con su desarrollo plano) y alguna sorpresita, pero en general cansa a los diez minutos y aburre a la media hora.

Decididamente, no, el ‘agro-cine’ no es para mí. Por mucho que lo firme Fernando Colomo (quién te ha visto y quién te ve).
OsitoF
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