Ejemplo de cómo una película tremendamente sencilla puede ser digna y atractiva. Supongo que el truco está precisamente en ir a lo básico y olvidarse de estridencias: el argumento es una historia de estafas al seguro suficientemente enrevesada para captar la atención pero sin pasarse (no como otros guiones que para disimular que no tienen nada que contar, lo complican todo con mil giros y 20 personajes secundarios que no pintan nada); todos los actores son convincentes sin necesidad de exagerar o poner caras raras; y el director se olvida de efectos especiales, planos rebuscados y frivolidades con la cámara y deja que las escenas con desolados paisajes de la América profunda hablen por sí solos.

Ideal para ver en casita una tarde lluviosa.