“Plan de escape” reúne a dos indiscutibles mitos de los noventa, Stallone y Schwarzenegger, en una película disfrutona como las de antes, de esas que te cuentan una historia que puedes ver en una tarde en lugar de necesitar tres temporadas para calentarte la cabeza con paraonias raras. Además, está cuidadosamente adaptada a las capacidades algo mermadas de sus estrellas debido al comprensible efecto de la edad porque su director, el siempre competente Mikael Hafström, y sus guionistas se han tomado la molestia de adaptar la trama a las condiciones físicas de Sly y Arnold, con papeles más cargados de diálogo de lo normal y donde nuestros héroes hacen frente a los desafíos con astucia e inteligencia, dejando los mamporros como último recurso en escenas coreografiadas igualmente con el mismo esmero para hacerlas creíbles.

La película es simple, una película de fugas de prisiones con buenos y malos claramente diferenciados que cuenta lo que quiere contar de manera directa y dando prioridad a que todo quede claro y resulte entretenido. Usa mecanismos sencillos y poco glamurosos como los flashbacks, las narraciones explicativas con voz en off y presente histórico y no se preocupa de hacer planos secuencia para la historia o dejar huella con trucos de cámara o encuadres imposibles. Pero que sea simple no significa que sea una tontuna. La historia tiene el punto de ficción exagerada necesario para enganchar y darle un toque comercial, pero no cae en la vulgaridad ni la astracanada. El resto lo aportan Sly y Arnold derrochando carisma y buen humor, como en los buenos tiempos.

A pesar de las críticas, no debe de ser tan cutre cuando incorpora al proyecto a actores de cierto caché como Sam Neill, Vincent D’Onofrio, Jim Caveziel o Vinnie Jones. Es una buena película que respeta al espectador y respeta a sus estrellas. ¿Nominación al Razzie para Sly? Ni puñetero caso, no tienen vergüenza.