Pensaba que la gran película sobre el fútbol que todos los aficionados al deporte rey estábamos esperando debería ser la biografía de uno de los siguientes jugadores:

1) Ronaldo, en un cruce entre "Ciudad de Dios" y "El precio del poder", desde su infancia en las favelas a su fulgurante estrellato como Balón de Oro, posteriores lesiones con su carrera al borde del abismo y resurrección como campeón del mundo.
2) Paul Gascoigne, en un remake de "Toro Salvaje", pasando de jugador insignia de su generación a gordo alcohólico que declara publicamente que merece morir.
3) George Best, el mediático, el imbécil y el genio, todo en uno, con una insuperable afición a autodestruirse.

Serían dramones de solemnidad, pero el fútbol es evasión pura, y por eso quizá la comedia sea un género más adecuado, apreciación que parece compartir el "dream team" del cine mejicano, formado por Alejandro González Iñarritu, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón a la producción, y Gael García Bernal y Diego Luna en los papeles principales.

Al fin y al cabo la trama es la de siempre y la pareja protagonista sale de un pueblucho de mala muerte, se convierten en arquero infranqueable y 9 infalible respectivamente, se abandonan a una vida de excesos y terminan más o menos donde empezaron. Pero con mucho humor, sobre todo cuando toca retratar el mundo de falsedades, dinero rápido y gloria efímera de los futbolistas.

Las mejores notas cómicas, aparte de las descacharrantes broncas de Rudo y Cursi en un acento mejicano ininteligible, las aporta Guillermo Francella, mánager de los chicos, narrador de la historia y secundario del año. Su sabiduría futbolística, versión canalla de Jorge Valdano, pone la guinda a una película que esperemos que los exhibidores de nuestro país tengan la visión de mantener al menos tres semanas en cartelera, porque se convertirá seguro en un pequeño éxito.