Comedia geriátrica que gira en torno a un grupo de ex agentes secretos (una pandilla de criminales de tomo y lomo) que han de volver a su antigua actividad para salvar a uno de ellos, víctima de un malvado complot de la CIA, o de la TIA, o lo que sea. Renqueantes y abotargados, pero no tanto, armarán un pitote de mucho cuidado y, entre explosiones, chistecitos a cuenta de su avanzada edad, y toda clase de guiños cinéfilos y de los otros, descubrirán la verdad y pondrán a buen recaudo (es decir, eliminarán) a los malos. Lo bueno de la película es que no se toma en serio a sí misma, de modo que puedes pasar un par de horas ausente de tu cerebro y disfrutar con el cúmulo de disparates que se ofrece a tus ojos y oídos. The Queen Mirren se los come a todos sin ni siquiera molestarse en parpadear, mientras que Ernest Borgnine, en una de sus últimas apariciones en pantalla, es recompensado con un par de frases de esas que todos aplaudimos frenéticamente y babeantes. Para cinéfilos sin complejos.