Había una vez una familia que se mudó a una casa rodeada de tumbas. Era un bello lugar donde antiguamente hubo experimentos y asesinatos y en el que al principio de la película sale una chica despelotada buscando al novio. La muchacha termina acuchillada con un buen cuchillo japonés que es capaz de atravesarle el cráneo. O eso intentan hacer, pues en realidad se ve que lo tiene al otro lado de la cara.
La casa es mágica porque está llena de telarañas y cuando llega la familia está limpia. Muy bien. Si se limpia sola no estará mal.
El niño ve a una niña muy rara con muñecas muy raras que le dice que no vaya allí. Llega una niñera que se parece a Romina Power (la mujer de Al Bano) y empiezan a pasar cosas.
Se oyen llantos de niños y se cierran puertas. ¡Pero la película no es de fantasmas!
Luego encuentran un murciélago de plástico chillón que vuela colgado de hilos y que cuando le clavan un cuchillo, sangra por todas partes menos por la herida. Impresionante.
En realidad, en el sótano hay un zombie muy feo que mata a la gente para regenerarse, pero no se los come sino que solo los mata y los deja ahí colgados. Curiosamente no se pudren ni huelen, por lo que se ve.
Un dato curioso. Cuando no hay luz y está todo oscuro, se ven unos ojos pintados muy mal hechos. Cuando al final se ve el monstruo, resulta que ¡¡no tiene ojos!! La cabeza parece una capucha de cuero mal cosida, que claramente no tiene ojos. Ahí va eso.
Por no hablar de la escena de la puerta. Tardan diez horas en abrir la puerta. Tiene que llegar el padre y casualmente había un hacha por allí cerca, que la otra no vio. ¡Que la puerta no está blindada, que la puedes romper de un puñetazo!
En fin, no sé para qué seguir. Los crímenes totalmente mal hechos. Cuando la madre muere escaleras abajo, se nota que es ella misma la que está moviendo la cabeza escalón por escalón.
Las heridas de cuchillo también muy mal, aunque sobre eso hay que tener en cuenta que es muy antigua. Lo malo es que todo lo demás también está fatal.
Las actuaciones son penosas. A veces se asustan a destiempo (segundos después de que pase algo).
La música parece un disco instrumental de Camela, y está llena de cortes abruptos. En vez de dar miedo, quita el miedo.
El montaje es asqueroso. La cámara cambia de plano como le da la gana, y siempre de la forma en la que menos miedo pueden dar las situaciones.