Como todo el mundo sabe, la comedia de situación americana más exitosa de los 90 y primera década del siglo XXI era "Friends". Durante aquellos años, a sus protagonistas no les faltaba el trabajo en absoluto, aunque luego no hayan tenido jamás el éxito de entonces.
Aquí tenemos un vehículo de lucimiento para Matthew Perry, el actor más gracioso de aquella serie, compartiendo cartel con la chica de "Scream".
El componente romántico está muy presente en esta película, más que la comedia en sí, diría yo, con este triángulo amoroso de fondo. El problema es que Perry estaba encasillado y uno espera que esté continuamente haciendo chistes como en la serie, y en realidad está dando vida a un personaje distinto en una historia que no es demasiado descacharrante.
Curiosamente, los momentos más hilarantes no son con él, sino con el padre, como cuando se pone un cubo en la cabeza y se da golpes cerca del final.
Pero aparte de eso, es una película entretenida pero no demasiado graciosa (y menos para el protagonista que tiene), y que se olvida con muchísima facilidad al poco tiempo de haberla visto.
Se deja ver, pero para mi gusto y mi muy subjetivo sentido del humor, no es una comedia brillante ni muchísimo menos porque no hace reír demasiado.