No tenían demasiado difícil hacer algo mejor que la paparrucha paranoica de la tercera temporada con Rutger Hauer.
Al principio, parece que una simple puerta es el elemento principal de la historia, pero los guionistas saben cómo generar la suficiente intriga como para mantener enganchado al espectador prácticamente de principio a fin. Pero claro, siendo solo 6 episodios de 40 minutos, tampoco eso es mucho problema.
Como serie hija de “American horror story” que es, no cuenta una historia de terror al uso cargada de clichés, sino que intenta ofrecer algo relativamente original, aunque eso conlleve una vez más que sea un relato demasiado fantástico en el que a veces parece que no se han estrujado los sesos en dar respuestas coherentes a lo que pasa. Con todo, en esta temporada todo se entiende bastante bien.
Tiene toques de terror psicológico (tocando el control de las emociones) y thriller, con no demasiados sustos. Aquí se juega con ese personaje pensado para hacer felices a los niños, pero que con cierto enfoque puede dar mucho miedo: el payaso. También tiene algunos fragmentos que me han recordado a la sobrevalorada “It follows”, pero en bueno.
La temporada me ha convencido, siendo una de las dos mejores hasta ahora, junto con “Candle cove”. Me alegro de que haya sido así, porque si llegan a hacer algo parecido a “Butcher’s block”, seguramente ahora estaría diciendo que abandono la serie, si es que va a seguir, cosa que todavía no lo sé. Esperemos que sigan por este camino de buenas historias originales sin demasiadas idas de pinza.