Vuelven los chicos de American Pie a las pantallas y lo hacen con una película que creo que no se valora en su justa medida, pues no es ni mucho menos una secuela al uso que repita lo mismo sin aportar nada. El reencuentro demuestra traslada la madurez de sus personajes a la película, a pesar de que no huye de su pasado, algo muy lógico.

Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg dirigen la mejor película de American Pie desde ¡Menuda Boda! y lo hacen a la perfección. La estructura básica en los gags es la misma que en las tres primeras películas, por lo que los fans de la "trilogía original" (para mí las únicas películas válidas de la franquicia) reconocerán con facilidad los momentos en los que va a pasar cada cosa, bien sea por los escenarios en los que sucede la acción o por lo que esté pasando entre los personajes. El guion no es gran cosa y se acerca más a la controvertida Niños grandes de Adam Sandler que a la primera American Pie, pero sin embargo los personajes hacen que aquí todo tenga un interés mucho más elevado, pues la famosa franquicia que revolucionó el cine de carcajadas, consiguió además que los espectadores nos interesáramos realmente por los personajes y sus vidas. Lo único que se echa bastante en falta, y es gravísimo en una película de "Jim y sus amigos", es una banda sonora más acertada.

Jason Biggs se parece cada día más a Adam Sandler (algo que se comenta en la película, por cierto) y sí, podría decirse que ha perdido algo de gracia, aunque por suerte lo compensa con madurez ante la cámara. Sean William Scott es perfecto para seguir encarnando a Stifler, pues para él tampoco parece haber pasado el tiempo. Eddie Kaye Thomas está sublime, como siempre en la saga. Chris Klein hace un buen trabajo también y, para acabar, está Thomas Ian Nicholas, un actor que ha mejorado muchísimo desde la última vez que le vimos en la longeva saga. Alyson Hannigan se parece más a la Lily de Cómo conocí a vuestra madre que a la Michelle original de la trilogía, cosa lógica teniendo en cuenta el paso de los años. Tara Reid sigue siendo una alegría descomunal para el espectador masculino y Mena Suvari muestra haber ganado con los años en todos los sentidos. El fabuloso Eugene Levy, con más protagonismo que nunca, vuelve a arrancar carcajadas, muchas de ellas compartiendo escena con Jennifer Coolidge, quien aparece más que nunca frente a las cámaras.

Resumiendo, que es gerundio: siempre habrá quien diga que American Pie es irrepetible y no le faltará razón, ya que la revolución que originó aquella en muchas facetas es insuperable. No obstante, es una película más madura y más concienzuda de lo que parece a simple vista y consigue hacer pensar sin renunciar nunca a su humor zafio y escatológico que tan buenos resultados dio en el pasado.