In & Out es una crítica social sobre los conflictos y tabús que rodean a la homosexualidad que utiliza el sentido del humor y las situaciones extremas para dejar su mensaje. Un producto de consumo fácil que cumple su cometido.

Frank Oz me gusta. Yo soy muy de Frank Oz, la verdad. Entiendo a quienes le ponen a parir sin parar, porque sé de lo que hablan cuando exponen sus argumentos, pero yo considero virtud lo que para ellos es defecto. En In & Out, Oz demuestra una vez más que tiene un don para la comedia y que es un verdadero crack con los guiños a otras películas. Oz centra su atención en el "despertar" de su protagonista y deja las reacciones de los demás como un importantísimo y graciosísimo segundo plano. El guion corre a cargo de Rob Paynter, que nos da una premisa divertida dentro de la incomodidad que genera y deja que cada suceso sea consecuencia del anterior. Entre guionista y director preparan una serie de secundarios que sirven de puntos de paso obligados para que todo se desarrolle con fluidez, sin baches. Los diálogos son inteligentes y esconden la madurez que tan bien disimulan los personajes y la banda sonora es un gran acierto, lo que combinado supone un gran éxito.

Kevin Kline es media película. El actor desata un histrionismo totalmente necesario para lograr un personaje redondo. Joan Cusack, a modo de psicótica total, hace que la línea que separa el personaje de la interpretación desaparezca totalmente. Tom Selleck es un grande, poco hay que decir sobre él, salvo que a su personaje le falta la mordiente que sí tiene el actor. El reparto principal lo cierra Matt Dillon con un trabajo decente que no exige demasiado al actor. Wilford Brimley y Debbie Reynolds, como padres del protagonista, tienen un carisma impresionante y encarnan de maravilla a esos progenitores un tanto ingenuos que tienen claras las ideas pese a no saber de qué hablan.

Resumiendo, que es gerundio: In & Out es una comedia ligera pero no por ello una película de temática sencilla. La magia de Frank Oz y Rob Payntes consiste en desdramatizar utilizando el humor como arma. El resto es cosa de un excelente Kevin Kline.